por los hábitos. Cuando se da esta conexión entre hábitos y vir-
tudes, el hábito no cae en la rutina ni se confunde con ella ya
que el ser humano sabe en este caso por qué y para qué hace lo
que hace, valorándose la calidad e intensidad de las obras reali-
zadas para conocer cómo arraigan las virtudes en mí mismo y en
los demás. Y la virtud, como ya señaló Aristóteles, es un hábito
operativo bueno: hábito, porque implica una repetición de actos;
operativo, porque no es una disposición sino una actuación con-
creta y real encaminada a conseguir algo; y bueno, en cuanto a
la intención del que lo hace y al resultado que se propone.
Conviene advertir en este sentido que el planteamiento desa-
rrollado no se corresponde con una visión mecanicista del com-
portamiento humano. En efecto: aun cuando yo haya desarrolla-
do el hábito de decir la verdad, siempre y en cada caso he de
plantearme y resolver con un acto de mi voluntad si soy veraz o
miento, consciente de las consecuencias que ello tiene para mí.
Por ello, la existencia de virtudes en el pasado no garantiza su
ejercicio en el futuro: sólo nos confiere la esperanza de que
seguirán existiendo si el ser humano se decide por ellas ya que
las virtudes hay que recrearlas constantemente y, en cuanto no
lo hacemos, desaparecen. Cuando alguien me dice que cómo es
posible que pueda desconfiar de él a la vista de su pasado, le
digo: no es de tu pasado de lo que dudo sino de esta afirmación
concreta que me haces hoy, aquí y ahora sobre un hecho que me
resulta difícilmente creíble.
Pues bien, en este desarrollo de la persona buscando su ple-
nitud personal, el trabajo se nos presenta como un elemento per-
son al y no como un factor de producción abstracto pues priman
aquí las decisiones personales, la determinación de objetivos y la
ejecución de acciones tendentes a conseguirlos.
Cuando leemos la secuencia anterior en sentido inverso esta-
mos ante el enfoque normativo que, partiendo de los resultados
humanos y personales que se buscan, nos permite determinar el
tipo de elecciones personales que son necesarias, cómo dar cober-
tura a tales necesidades y, por tanto, qué tipo concreto de deman-
da económica de bienes y servicios ha de realizarse. En definitiva,
el enfoque normativo pone de manifiesto que los resultados valio-
sos del trabajo humano y del esfuerzo personal implican una forma
concreta de utilización de los factores productivos de modo que
n o tod o traba jo que es rentable resulta valioso humanamente
Ciencias positivas y ciencias normativas: El mundo de los valores
291