humano auténtico, por el mero hecho de serlo, reconoce y acep-
ta que no es un problema:
—actuar de modo diferente a como los demás desearían que
actuase
—hacer las cosas de manera imperfecta
—equivocarse alguna vez
—pensar de manera propia y diferente
—cambiar de opinión fundadamente
—aceptar o rechazar críticas o quejas de los demás
—decidir la importancia que tienen las cosas sabiendo por
qué lo hace
—no saber algo
—no entender algo
—hacer peticiones
—rechazar propuestas, sabiendo decir «no»
—expresar sus sentimientos (estar alegre, triste, enfadado...)
—elogiar a los demás y recibir elogios de otros
y, en consecuencia, asume con ilusión y alegría la obligación
de responsabilizarse siempre de sus decisiones.
No olvidemos, por tanto, que toda persona por el mero hecho
de serlo, ha de ser tratada respetando su dignidad, aceptándola
tal y como es y valorándola en sí misma: por lo que es y no por
lo que tiene o hace, sin distinción de raza, sexo, ideas políticas o
credos religiosos. Si así lo hacemos y lo practicamos, nos aseme-
jaremos al modo en que Dios trata a sus criaturas a las que res-
peta la libertad que les concedió y promueve en todas y cada una
un proceso de educación en libertad y para la libertad.
Madrid, 2 de febrero de 1998
.
Recursos Humanos
28