10 Por ello, no se trata sólo de pensar qué quiero decir y cómo decirlo sino tomar
conciencia de las repercusiones personales y colectivas que puede generar mi propues-
ta. Así, por ejemplo, cuando unos padres y unos hijos tienen graves problemas de con-
vivencia y de entendimiento, si el padre o la madre dicen en un momento determinado
a su hijo/a: «te aborrezco como persona, me arrepiento de ser tu padre, ojalá acabes antes
que yo...», es verdad que es lo que piensan en ese momento, es lo que sienten y es lo que
manifiestan espontáneamente pero, visto desde fuera, uno se pregunta: ¿realmente se
resuelve el problema con estos insultos o, más bien, en lugar de fomentar el entendi-
miento se promueve el enfrentamiento?
11 Téngase en cuenta que «una orden más una contraorden equivale a un desorden».
12 Cerda, Enrique: Una psicología de hoy, Ed. Herder, Barcelona 1969, 3ª edición;
Katz, D.: Manual de psicología, Ed. Morata, Madrid 1969, 5ª edición; Krech, David,
Crutchfield, Richard S. y Ballachey, Egerton L.: Psicología Social, Ed. Biblioteca Nueva,
Madrid 1965; Lopez Ibor, Juan José: Lecciones de psicología médica, Ed. Paz Montalvo,
Madrid 1973; Noyes y Kolb, Lawrence C.: Psiquiatría clínica moderna, Ed. La Prensa
Mexicana, Mexico 1974, 2º reimpresión de la 4ª edición; Vallejo Nágera, Juan Antonio:
Introducción a la psiquiatría, Ed. Científico Médica, Madrid 1981, 15ª edición.
13 Como ya se indicó anteriormente, estamos ante personas que «se agarran» a la
norma como «seguro de perfección» y, en lugar de ser comprensivos con las propias
limitaciones y las ajenas para «aprender a con-vivir con los demás en un mundo real»,
exigen la perfección a los demás según su propia opinión y criterios, para que los
demás se adecúen a lo que ellos entienden como el mundo ideal. En el fondo, con
esta postura suplantan a Dios: «sólo yo tengo razón, sólo mis propuestas son las bue-
nas y justas y, por ello, por el bien ajeno, todos los demás han de aceptarlas y cum-
plirlas». Estamos, así, ante una postura insegura que lleva a la intolerancia, al dog-
matismo y a la radicalidad: de derechas, de izquierdas, del fundamentalismo islámico
o de cualquier otro signo. En definitiva: es el mundo, son los demás, los que se equi-
vocan y se tienen que adaptar a mí y a mis criterios, que son los únicos ciertos,
correctos y válidos (¡sic!). El problema, por tanto, radica en que esta persona exige
que los demás respeten su libertad pero él no respeta la libertad ajena y quiere impo-
ner su punto de vista.
14 Pérez López, Juan Antonio, El liderazgo, Biblioteca IESE de Gestión de
Empresas, Ed. Folio, Barcelona 1997.
15 Juan, cap. 14 v. 23.
16 Pérez López, Juan Antonio, Fundamentos de la Dirección de Empresas, Ed.
Rialp, Madrid 1993, capítulo 11; Juan Antonio Pérez López, Teoría de la acción
humana en las organizaciones, Ed. Rialp, Madrid 1991.
17 Capítulo 4.
18 López Quintás, Alfonso, El secreto del lenguaje, Ed. Asociación para el Progreso
de las Ciencias Humanas, Madrid 1987; Vértigo y éxtasis, Ed. Asociación para el
Progreso de las Ciencias Humanas, Madrid 1970; El arte de pensar con rigor y vivir
de forma creativa, Ed. Asociación para el Progreso de las Ciencias Humanas, Madrid
1993; El amor humano, su sentido y alcance, Ed. Edibesa, Madrid 1992.
19 Rodríguez Porras, José María, El factor humano en la empresa, Ed. Deusto,
Bilbao 1990, Capítulos 10 y 14 a 17.
20 Covey, S., El liderazgo centrado en principios, Ed. Paidós, Barcelona 1996.
21 Blake, R. R. y Mouton, J. S., A Comparative Analysis of Situationalism and 9,9
Management by Principle, en Organizational Dynamics, Primavera de 1982, pp. 20-43.
Recursos Humanos
284