tiene una gran importancia de cara a que arraigue y se desarro-
lle en la empresa. La fase inicial debe permitir que todos conoz-
can con claridad lo que se pretende conseguir con este sistema,
así como cuáles son los procedimientos que se ofrecen para faci-
litar que todos se impliquen en él: mandos, trabajadores, sindi-
catos, etc. Desde un principio hay que transmitir correctamente
qué es lo que se busca, cómo y por qué: de ello dependerá, en
buena medida, la respuesta y actitud que se puede conseguir de
los partícipes, al hacerles llegar las intenciones de nuestra pro-
puesta. Por eso, aun cuando no existe un modelo único para
diseñar estos sistemas y hay que adaptarlos a la realidad y cir-
cunstancias de cada empresa, deberá hacerse dentro de unos
parámetros ya contrastados que garantizan en un porcentaje muy
elevado las claves del éxito, es decir: no existe una norma de
aplicación general para todos los casos y circunstancias, pero ello
no debe confundirse con la ausencia de criterios correctos para
llevar a cabo esta propuesta.
10.7. Consideraciones finales
El profesor Gómez López-Egea69 señala las siguientes:
1º) La mayor tecnificación de los procesos industriales, las
nuevas concepciones de la dirección empresarial basadas en el
«lean management», la mayor preparación tanto básica como téc-
nica de la población y el espectacular crecimiento del sector ser-
vicios, generan unas condiciones favorables en el entorno empre-
sarial que facilitan la participación responsable del trabajador en
las actividades que desarrolla.
2º) Para que la empresa aplique un sistema de participación
en los puestos de trabajo se necesita, además del entorno favo-
rable anteriormente citado, una razón ligada a la misma esencia
de la empresa o a una exigencia clara del mercado. De no ser
así, si lo que nos mueve a aplicar el sistema es seguir la moda
del momento o, incluso, dar una respuesta a una demanda
social más o menos difusa, carecemos del convencimiento
auténtico y de la necesidad vital que, a la larga, es la que da
consistencia natural a las prácticas que se emprenden en la
organización. Esta exigencia es, en definitiva, la que pone en
marcha todo el proceso y permite replantearnos el papel de la
Recursos Humanos
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