egoís mo y se desdibuja el aprendizaje del espíritu de servicio.
Las dificultades de diálogo entre generaciones siempre
han existido y, en cada época, han presentado parecidas pro-
blemáticas. No obstante, en la gran manifestación juvenil que
tuvo lugar en los Campos Elíseos de París durante mayo del
68, uno de los carteles más llamativos y, sobre todo, más
aplaudido, fue uno muy escueto, enormemente incisivo y
que decía así: PROHIBIDO PROHIBIR. Desde Sócrates hasta
nuestros días, nunca se había vivido esta inviable situación.
Una tolerancia y comprensión mal entendidas que conducen
a la sobreprotección, no conlleva el crecimiento de la perso-
na sino a su destrucción: no se trata de satisfacer las apeten-
cias y caprichos sino de dar una correcta cobertura a las
necesidades. Por ello, como una forma de proceder así no
genera fortaleza en la persona sino que la destruye, para
fabricar en casa un delincuente pueden seguirse estos diez
puntos:
1.—Dadle, desde la infancia, cuanto desee: así crecerá
convencido de que el mundo entero le debe todo
2.—Reíd si dice tonterías: así creerá que es muy gracioso
3.—No le déis ninguna formación espiritual: ya la escogerá él
cuando sea mayor
4.—Nunca le digáis: «esto está mal». Podría adquirir complejos
de culpabilidad y, más tarde, cuando por ejemplo sea
detenido por algún robo, estará convencido de que la
sociedad es quien le persigue
5.—Recoged todo lo que él tire por el suelo: así creerá que los
demás están a su servicio
6.—Dejadle leer todo; limpiad con detergente que desinfecta
la vajilla en la que come, pero dejad que su espíritu se
recree con cualquier torpeza
7.—Discutid siempre delante de él: así se irá acostumbrando
y, cuando la familia esté ya destrozada, no se dará cuenta
8.—Dadle todo el dinero que quiera, no sea que sospeche que
para disponer del mismo se deba trabajar
9.—Que todos sus deseos estén satisfechos: comer, beber,
divertirse... De este modo no resultará un frustrado
10.—Dadle siempre la razón; son los profesores, la gente, la
Ley... quienes la tienen tomada con el pobre muchacho.
Y, cuando vuestro hijo sea ya un desastre, proclamad conven-
La dirección de personal en la empresa
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