sus padres hablaban siempre cada uno en un idioma».
Los voluntarios realizaron tareas que requerían el uso de los
dos idiomas mientras se les efectuaba una resonancia magnética
por imágenes. El grupo de investigadores pudo confirmar que «la
misma región del área de Broca, situada en el lóbulo frontal del
cerebro que se encarga de los procesos relacionados con el len-
guaje, fue la que se iluminó cuando aquellos sujetos bilingües
desde su infancia cambiaban de un idioma a otro. En cambio, los
que aprendieron posteriormente un segundo idioma, al pasar de
uno a otro utilizaron dos regiones diferentes». Ello se debe a la
alta plasticidad del cerebro infantil, todavía vacío de contenido,
lo que le permite aprender todos los conocimientos nuevos,
capacidad que se pierde con la edad, como ha señalado el Dr.
Hugo Liaño, jefe del Servicio de Neurología de la Clínica Puerta
de Hierro de Madrid. Es decir: los niños pueden distinguir cual-
quier diferencia fonética e integrarla en una única área del cere-
bro, mientras que el aprendizaje realizado en la adolescencia o la
madurez exige crear una nueva zona de almacenamiento para
conservar esta información y habilidad, lo que dificulta y retrasa
el aprendizaje porque ya ha concluido el período sensitivo
correspondiente, que es cuando más fácilmente se aprenden esos
contenidos o habilidades.
En definitiva, los instintos en el ser humano no son ni buenos
ni malos sino que constituyen fuerzas innatas o capacidades que
se pueden canalizar hacia el bien o hacia el mal en el marco de
la libertad personal que es, como sabemos, la conjunción de
conocimiento (de lo valioso y no valioso, apetecible y no apete-
cible) y voluntad. Libertad que no es absoluta pero que existe, de
forma que actuamos condicionados pero no coaccionados o
determinados por los instintos. Por eso, la libertad en parte es un
don y en parte una conquista personal que vamos desarrollando
a lo largo de toda la vida. Porque hay libertad en el ser humano
y éste toma decisiones, hay Derecho Civil, Mercantil, Penal, etc.,
y somos responsables de nuestros actos ante nosotros mismos y
ante los demás. Conviene, por tanto, no confundir ser persona
libre que es señor de sus actos, con persona que ejerce y disfru-
ta de libertades de maniobra: el aumento de «libertades» no se
corresponde con un aumento de «libertad», de persona libre y
madura, equilibrada y sensata que elige entre varias opciones
sabiendo cómo elige y por qué lo hace. Las libertades de elec-
La dirección de personal en la empresa
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