tada como tal en el seno de la Organización, persona que tiene
iniciativas y responsabilidades. Pero la participación, lo mismo
que la confianza interpersonal, no puede im-ponerse, sólo puede
pro-ponerse. Juega, pues, en todo ello un papel decisivo la expe-
riencia vital del empleado que se desarrolla en el marco de un
estilo de dirección concreta que es dirección de personas y no
puede ser dirección impersonal o profesional.
En este proceso, el desarrollo de la autoestima es algo funda-
mental y, por tanto, la Dirección de Empresas tiene su parte de
técnica pero también su parte de arte, de habilidad, de «saber
hacer y saber estar», porque dirigir personas no es lo mismo que
programar máquinas para la ejecución de tareas. Es necesario
confiar, tener paciencia, ser prudente, querer al otro, aceptarle
como es... y mejorará su autoestima, mejorará como persona.
Todo ello requiere un talante en los que dirigen, no sólo cultura,
preparación y aptitudes sino actitudes que promuevan en el
grupo una formación continua por la vía de la experiencia, el
trato y la relación personal, no genérica sino individualizada. La
autoestima requiere, pues, promover el éxito como personas en los
demás, reconocer ese éxito aunque sea parcial y que el otro quie-
ra reconocer ante sí mismo lo que está logrando en medio de sus
limitaciones y fallos. El reconocimiento de los errores ante un
superior es «la ocasión de oro» para afianzar la confianza perso-
nal y la credibilidad en las intenciones ajenas, cuando vemos que
no se nos desprecia sino que somos aceptados, se nos apoya y
se nos orienta para mejorar como personas y como trabajadores.
De todo lo expuesto se desprende la importancia que repre-
senta el comportamiento humano en la empresa de cara al desa-
rrollo de su actividad y el logro de sus objetivos con una conti-
nuidad en el tiempo. Esta cordial convivencia en la que se
apoyan los resultados económicos es el resultado del valor de la
unidad, fundamento de todo comportamiento humano en la
empresa que se apoya en el «criterio de consistencia». La aplica-
ción práctica del mismo implica saber combinar varios aspectos
complementarios: la racionalidad de lo que planteo buscando el
bien ajeno y la virtualidad o habilidad operativa para practicarlo
por unos y para saber proponerlo por otros; el respeto hacia la
persona en su integridad; las buenas intenciones de quien hace
la propuesta y la búsqueda real del bien ajeno entendida no
como un deseo sino como algo efectivo y algo real, operativo,
Recursos Humanos
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