carácter y temperamento: no existen recetas, lo que no significa
que carecemos de criterios para nuestra actuación. Por ejemplo:
si una persona es tímida y hace una sugerencia con gran suavi-
dad, tal vez convenga aplicar un multiplicador que amplifique lo
que nos dice porque no se atreve a decirlo; si alguien es nervio-
so e impulsivo, convendrá disminuir el grado de ansiedad con el
que nos plantea esa cuestión. Quienes me plantean estas cues-
tiones, no lo hacen para atacarme sino para pedirme una solu-
ción ante lo que ellos ven y tal como ellos lo ven y como a ellos
les afecta. Cuando alguien nos dice: «usted no me conoce, no
sabe qué vago soy», tal vez podamos indicarle que nosotros, si
nos lo proponemos, podemos conseguir ser más vagos que él
pero que le aceptamos con su problema personal y, si quiere y
acepta ser apoyado, lo haremos para su bien, para que se sienta
más a gusto consigo mismo y con los demás. Estamos, pues, ante
normas de sentido común a tener en cuenta, porque todos los
seres humanos estamos hechos de la misma pasta.
Presentamos, a continuación, algunas formas concretas de
abordar estos problemas indicando la reacción que suelen pro-
vocar en el otro:
1º) Saber comprender los errores ajenos, sin aprobar y sin
humillar.
En muchas ocasiones, bastará exponer claramente: «ya sé que
ha cometido un error involuntario; no se preocupe, le ayudare-
mos a superarlo y prevenirlo de cara al futuro». Una afirmación
así, genera confianza mutua, porque quien ha cometido el error
ya lo sabe sin necesidad de que se lo echemos en cara. A nadie
le gusta hacer algo mal pero, si no sabe que está mal, se le ayuda
a que lo vea y no se le culpa, porque no sabía que aquello no
podía hacerse. Por otra parte, si ha realizado algo prohibido
sabiéndolo le haremos ver que seguimos esperando un compor-
tamiento mejor en el futuro y, puesto que confiamos en él, debe
ser él quien no dé pruebas para deteriorar esa confianza, pues,
por nuestra parte, todo sigue igual por ahora. Es verdad que
puede de nuevo volver a hacerlo, pero lo hará menos veces que
si se lo echamos en cara y le damos una reprimenda. Los resul-
tados son siempre más eficaces cuando demostramos que no
somos ingenuos pero tampoco vengativos y tenemos paciencia
y comprensión con el otro. Comprenderá así que lo que decimos
y hacemos es por el bien del otro, no por venganza o desahogo
La dirección de personal en la empresa
227