bien, aquello que es susceptible de mejorarse. Pero, para proce-
der así, no he de machacar al otro y vengarme de él en base a
sus fallos, por muy reales que sean. Lo más que puedo lograr en
ese caso es que me rechace él a mí y, si afirmo que «es un inú-
til», tal vez tenga que oír de sus labios antes de que abandone la
empresa: «Y usted es más inútil aún que yo, porque ha sido quien
me ha contratado y me ha asignado este puesto de trabajo sin
darse cuenta de que soy un inútil, como ahora afirma». La situa-
ción la he provocado yo con mi forma de proceder.
Fijémonos que, en nuestra relación con los demás, constante-
mente estamos aprobando o rechazando a los otros con nuestros
gestos, tono de voz, actitudes, etc., lo que denominamos comu-
nicación no verbal que constituye en un directivo de empresa al
menos el 80 % de la comunicación. Los premios no deben reali-
zarse en público, salvo los que son institucionales y a los que
todo trabajador que reúna las condiciones podrá acceder.
Tampoco las sanciones deberán efectuarse en público porque
otros compañeros pueden tener otra impresión muy distinta de si
es o no merecedor a todo eso. En cualquier caso, tanto los pre-
mios como las sanciones no deben herir a los demás, hacerlos de
menos, fomentar las comparaciones, etc., y, como indicábamos,
quien insulta a otro no resuelve un problema sino que crea uno
nuevo al lado del que ya había. Conviene advertir, no obstante,
que en todo lo que venimos diciendo estamos a favor de fomen-
tar la honestidad, responsabilidad, lealtad y otros valores huma-
nos pero jamás hemos defendido actuar con ingenuidad y
menos aún confundir esta última con la práctica de los valores
humanos: una buena persona no es un ingenuo. De ahí que
hemos de reconocer que en las organizaciones pueden existir
personas que hagan méritos para que las expulsen de las mismas:
evidentemente, son la excepción, pero son también la excepción
que confirma la regla general y establece así los límites razona-
bles al diálogo y a la negociación que no deben ser traspasados.
1º) En relación con los premios otorgados es oportuno que
éstos expresen realmente el reconocimiento de una labor reali-
zada o la manifestación del afecto y agradecimiento personal por
acciones heroicas o relevantes, algo a lo que los demás podrán
acceder en igualdad de circunstancias. Por tanto, no deben ser
nunca un signo de nuestra prepotencia respecto al otro que le
deja en deuda permanente conmigo o que se vea comprometido
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