basada en la satisfacción afectiva51.
Esto es lo que hemos llamado educar en libertad, de tal modo
que ante mi propuesta el otro elige, decide y se responsabiliza.
Si por este camino no logramos la confianza y credibilidad inter-
personal, la ocasión de oro se nos presenta cuando, porque
seguimos confiando en la capacidad de arrepentimiento y recti-
ficación del otro, aceptamos sus disculpas y su petición de ayuda
apoyándole en la solución del caso, sin herirle ni echárselo en
cara, sin decirle: ¡ya sabía yo que esto iba a pasar y era mejor no
confiar en usted! En definitiva, demostramos nuestra confianza y
credibilidad en el otro y, por ello, la posibilidad que tiene de con-
fiar en nosotros y en nuestra actitud e intenciones, porque hemos
confiado previamente en él, lo que implica que aceptamos que
falle, me la juegue y, si quiere, acuda a mí para darme explica-
ciones de lo ocurrido y pedirme ayuda y yo se la brindo sin
pasarle factura. Es la confianza que brota de la reconciliación, de
la que se sigue una satisfacción percepcional en el hecho en sí:
aceptar sus disculpas, y una enorme satisfacción afectiva: la acep-
tación incondicional de la persona del otro al que sigo ayudando
a superarse y mejorar acogiéndole tal y como es. Si, por el con-
trario, «le leo la cartilla cuando acude a mí», demuestro con mi
actitud que lo que busco son los resultados, no le acepto como
persona y no soy digno de que él deposite en mí su confianza.
En el fondo, ha sido un error que haya acudido a mí a pedirme
ayuda y esta persona ha fracasado doblemente: por un lado,
cometiendo un error en su actuación y, por otro, confiando y
buscando un apoyo en mí que, realmente, nunca existió más allá
de lo que es el modelo psicosociológico, como ha señalado Pérez
López52. Y, todo ello, es fruto de mi actuación y mi talante por-
que la motivación intrínseca tiene siempre dos caras: de una
parte, 1a que llamamos motivación intrínseca operativa que va
orientada a lograr unos resultados que consigo para mí a través
de las virtudes operativas en base a la racionalidad y la virtuali-
dad o habilidad y, de otra parte, la que denominamos motivación
intrínseca estructural que determina, en base a las virtudes mora-
les o evaluativas de los hechos, el tipo de relación personal que
puedo alcanzar con el otro fundada sobre la confianza recíproca
interpersonal, por encima de la confianza operativa funcional que
se basa en los resultados obtenidos por las acciones: no se trata,
pues, de que yo soy capaz de controlar al otro (dominio eviden-
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