enriquece a la propia Organización. Se trata, pues, de conseguir
la «integración» de lo que de suyo es diverso para alcanzar la uni-
dad del equipo en la diversidad de lo que se tiene.
Para ello, es imprescindible que exista una confianza mutua
interpersonal, fruto de la propia experiencia a lo largo del tiem-
po que otorga credibilidad a las intenciones ajenas y las valora
positivamente. De ahí que, mientras un Director no cuenta con la
libre y espontánea colaboración de sus trabajadores, no puede
afirmar que tiene en su mano la Dirección de la Empresa. Se
necesita, pues, todo un proceso de maduración personal, de edu-
cación, para promover unas actitudes y talantes personales que
van más allá de la mera capacitación profesional necesaria por-
que, en definitiva, «yo no contrato una profesión que ejerce una
persona, sino una persona que ejerce una profesión con noso-
tros».
Este planteamiento se apoya en la virtud de la justicia para
fomentar la paz y la buena convivencia, pero se trata no de la jus-
ticia entendida como exigencia de la norma sino de la justicia que
va unida al amor interpersonal de benevolencia o justicia miseri-
cordiosa, que deja de ser algo frío e hiriente. Lo esencial, no es
el diseño de la organización formal sino cómo se vive en la orga-
nización informal. No se trata de diseñar una excelente Filosofía
Empresarial sino en practicar una excelente Cultura Empresarial
que haga creíble y deseables los planteamientos de la Filosofía.
El trabajador, entonces, no se encontrará trabajando en «una»
empresa sino en «su empresa», porque aquello es algo suyo, algo
que hemos gestado entre todos.
En la base de todo lo expuesto, se encuentra un plantea-
miento Ético que arranca de una concepción metafísica de lo que
es el ser humano y está llamado a llegar a ser, como se pone de
manifiesto en los tres modelos de gestión empresarial que se
desarrollan. La Ética no son comportamientos sino actitudes per-
sonales, virtudes humanas que se practican en la Organización
por cada uno de sus miembros y que, como destaca la «rejilla de
dirección», tienen claras repercusiones económicas para la empre-
sa que no se derivan de algo que todos valoramos siempre: las
habilidades profesionales.
A la información y la formación debe unirse la participación,
entendida como proceso que «permite y promueve la involucra-
ción de la persona» para que tenga la experiencia de que es tra-
Nota del autor
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