des, su talante pesimista y resentido, etc., dejan una postura de
desaliento en más de un compañero y una visión pesimista de la
realidad que impregna el ámbito de trabajo y que no desaparece
con la marcha del trabajador porque sus compañeros han que-
dado «contagiados» de estas mismas experiencias vividas, por lo
que harán falta otras muchas de signo opuesto para lograr que
estos malos recuerdos desaparezcan. En el fondo, todos nos
damos cuenta que es más fácil adquirir la cultura y preparación
que nos falta para un puesto de trabajo que desarrollar unos valo-
res, unas actitudes y una formación humana, que es tarea a muy
largo plazo.
Por todo ello, como muy bien ha señalado el profesor
Corominas39 cuando el criterio que seguimos es fijarnos en que
sepa, que tenga preparación, que disponga de un Master, etc.,
estamos fijándonos en el saber y, el saber, tiene su sede en la
inteligencia la cual, por sí sola, no garantiza resultados ni en el
plano humano ni en el económico. Por el contrario cuando nues-
tro objetivo se sitúa en el querer: que quiera trabajar, ser cons-
tante, responsable, leal, fiel, etc., estamos fijándonos no en lo que
tiene sino en lo que quiere ser y, por tanto, lo que quiere hacer
con lo que tiene. Y el querer es el objeto propio de la voluntad
que conduce al desarrollo de personas libres y responsables que
saben elegir, decidir, ejecutar y responsabilizarse. Por ello, estas
cuestiones las empresas las tienen en cuenta debido a las reper-
cusiones que tienen para la marcha de la organización, tanto en
los aspectos humanos como económicos.
Pongamos un ejemplo: Pedro busca trabajo, es ingeniero
industrial y ha dirigido un departamento de soldadura en los últi-
mos años. En el periódico encuentra un anuncio de una empre-
sa multinacional que precisa cubrir dos puestos de trabajo: un
puesto para especialista en soldadura y otro para un especialista
en ordenadores. Como Pedro es especialista en soldadura y las
condiciones del puesto resultan aceptables, presentó su currícu-
lum para el primer puesto y se presentó a las diversas pruebas
que la empresa le exigió en el proceso de selección. Un mes más
tarde recibió la carta: había aprobado y le habían adjudicado un
puesto de trabajo: «especialista en ordenadores». Pedro pensó:
debe ser un error porque yo no tengo experiencia en ordenado-
res. Por ello, solicitó una entrevista con el Director de Personal y
se revisó su expediente, comprobándose que no había ningún
Recursos Humanos
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