reservado. Comenta Pedro: Ayer me enteré que Alberto, el
Director Financiero, recibe un dinero en su cuenta corriente por
operar con el Banco «Z». ¿Lo sabías? Y, por si fuera poco, Javier,
el Director Comercial, se ha embolsado una buena comisión por
adjudicar una compra a la empresa que, en adelante, va a sumi-
nistrarnos el material. ¿Qué opinas de esto?
Es evidente que Pedro ha planteado dos claros problemas de
corrupción (= nivel 3º) en la empresa: la única solución correcta
es abordar directamente el problema y hablar con los interesados
para que cambien de actitud o dejen la empresa. Pero, si no se
procede así, si se intenta arreglar un problema de nivel 3º actuan-
do en un nivel diferente, no sólo no se arregla sino que se com-
plica aún más. Es decir: si a la vista de los hechos el Director
General pretende comprar el silencio de Pedro ofreciéndole un
cheque en blanco para que él ponga la cantidad (= nivel 1º),
Pedro, al verse sobornado, tiene dos salidas:
a) Pierde sus valores humanos: si al Director no le importa que
roben dos, a partir de mañana seremos tres.
b) Abandona el empleo o actúa, a partir de ahora, sin motiva-
ción: si el Director General es tan corrupto como los otros dos,
me buscaré otra empresa y pierdo la ilusión por seguir en ésta:
cualquier día ponen precio a mi persona y me convierto en
moneda de cambio sin yo saberlo por la decisión que, cualquie-
ra de ellos, puede adoptar respecto a mí.
En definitiva: cada problema debe arreglarse con una solu-
ción de su mismo nivel. Concretándolo más: un problema en el
área de las virtudes humanas (= nivel 3º) no se arregla con dine-
ro (= nivel 1º) porque los valores humanos en los que se asien-
tan las virtudes no se compran. Por tanto, para motivar correcta-
mente, los premios y sanciones que se concedan deben
pertenecer al mismo nivel del comportamiento que se desee
motivar: portarse bien por dinero o por una recompensa econó-
mica degrada el valor humano. El bien debe buscarse por el
valor que tiene en sí mismo. Si se hace por dinero, cuando éste
no exista en la cuantía que uno desea, no habrá razón ni moti-
vación para hacer el bien. El premio debe de estar por encima de
lo premiado, y un valor se degrada si se «compra» con algo mate-
rial.
Por todo ello hemos insistido en que «hacer el bien a una per-
sona no equivale a darle o concederle lo que pide sino lo que
Recursos Humanos
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