Pero, como sabemos por la teoría económica, este resultado
no es óptimo. De hecho, constituye el peor para ambos ya que,
padre e hijo, se encontrarían mucho mejor si intercambiaran sus
frutas. De ahí que, con esa visión de la naturaleza humana, las
reglas citadas proporcionan al padre y al hijo egoístas resultados
mutuamente desventajosos. Sin embargo, las mismas reglas de
juego hubiesen llevado a un resultado de equilibrio diferente si
nuestros agentes fuesen de distinta naturaleza. En efecto, si el
padre es generoso y el hijo es egoísta, el padre está dispuesto a
sacrificarse por el hijo y al hijo le agrada que su padre le sirva.
En un caso así, el padre está dispuesto a depositar su fruta y se
sentirá con ello satisfecho, aun sabiendo y constatando que su
hijo no ha depositado nada y se queda con todo: ambos preferi-
rán el resultado 4 por el que el hijo se queda con las dos frutas
y considerarán como el peor aquel en el que todas se quedan en
poder del padre: 1. El segundo en orden de preferencia sería el
de intercambiar las frutas: 3 y a éste seguiría el de quedarse cada
uno con la suya: 2. La siguiente figura representa la utilidad en
una situación como la que acabamos de describir. El resultado de
equilibrio es el 4,4 en el cual se adjudican las dos frutas al hijo:
Gr áfico 1 8
Recursos Humanos
164
HIJO
introduce la no introduce
naranja en consigna nada
introduce
manzana
en
consigna
PADRE
no
introduce
nada
Resultados del intercambio de frutas
en razón del segundo supuesto sobre la naturaleza humana
3,3 4,4
1,1 2,2