En contraste con la posición de Hersey y Blanchard, la postu-
ra de Blake y Mouton es que el estilo (9,9) es superior a todos
los demás cuando lo comparan con el liderazgo situacional21. Del
estudio por ellos realizado destacan los siguientes aspectos:
1) las variables de la Rejilla de Dirección expresan actitudes,
aunque su definición incluye descripciones de ciertas conductas
derivadas de tales actitudes. Sin embargo, el liderazgo situacio-
nal está orientado hacia los resultados y, por tanto, se fija en las
aptitudes que ha de tener el directivo para que tales objetivos se
alcancen. Esto no es lo que ocurre en la rejilla de dirección, que
está orientada siempre hacia las relaciones humanas como cami-
no que posibilita el logro de los resultados económicos y, por
tanto, designa las actitudes que cada directivo ha de tener hacia
las diversas personas. En contraste, de nuevo, con todo ello,
Hersey y Blanchard hablan solamente de conducta directiva y
conducta de apoyo, lo que explica que estamos ante posturas y
análisis muy diferentes.
2) las variables que contempla la Rejilla de Dirección son
interdependientes aunque no están correlacionadas, es decir: el
estado de cada variable afecta a la otra no sólo cuantitativa sino
también cualitativamente. Por ejemplo: la cifra 9 no tiene el
mismo significado cuando figura antes de la coma (9,1) que des-
pués de la coma (9,9). En el primer caso, (9,1) significa esencial-
mente una fuerte orientación por mantener unas buenas relacio-
nes mientras que, en el segundo caso el (9,9) significa un interés
genuino por los subordinados y el propósito de que éstos se desa-
rrollen como personas en el trabajo.
El trabajo de Blake y Mouton arroja mucha luz en el debate
sobre el estilo de mando. En esencia, estos autores afirman que
no se puede sostener que exista un modo óptimo de mando, en
el sentido de una pauta de conducta, pero que hay una acti-
tud óptima. Cuando el estilo (9,9), entendido como estrategia,
guía la acción, se concreta en una táctica que tiene en cuenta las
circunstancias de tiempo, modo, lugar, personas, etc. El estilo es,
pues, como los principios generales. Esto implica que, incluso
ante un subordinado muy inmaduro, el estilo (9,9) es siempre
superior a todos los demás, aunque tendrá que adoptar la táctica
apropiada al grado de madurez de esa persona. Es de este modo
como el líder consigue «hacer atractivo... lo necesario». Ello es así
porque un éxito (o un fracaso) nos prepara para el siguiente. Por
Recursos Humanos
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