nen un claro influjo en la dimensión profesional, y, finalmente,
aunque él no sea creyente, sabe promover y facilitar que el otro
alcance su plenitud religiosa como algo que arropa, engarza e
integra todo lo anterior y no como un añadido más del que, fácil-
mente, se podría prescindir. Para un cristiano, esta última dimen-
sión tiene unas connotaciones muy concretas que dan una rele-
vancia especial a la dignidad del ser humano por lo que es como
persona y por lo que está llamado a ser y ya es en esta vida: hijo
de Dios y templo vivo de la Trinidad15.
En definitiva, el líder arrastra más por lo que propone y lo
que realiza que por lo que dice: no vence sino que con-vence al
dar la oportunidad al otro de que se venza a sí mismo (= con-
vencerse) no a través de razones sino por su propia experiencia,
dado que el ser humano hace las cosas con razones pero no por
razones, con motivos pero no por motivos. Y esta forma de ser y
de actuar no se aprende en los libros sino en la vida real, al lado
de los demás y a base de esfuerzo personal: firme en lo que quie-
ro y flexible a la hora de conseguirlo. El líder, fundamentalmente
se hace a base de este esfuerzo personal y, propiamente hablan-
do, no nace, sino que se construye a partir de las propias pecu-
liaridades de cada ser humano, de sus potencialidades y cualida-
des que se fomentan, se construyen, se enriquecen en base a la
superación personal como ocurre, por ejemplo, en un buen
deportista o un campeón olímpico. Por eso, nunca habrá dos
líderes iguales porque cada uno se formará a base de experien-
cias diferentes.
El líder, como se verá a lo largo de esta asignatura, no es una
figura mágica sino que está presente en todas y cada una de las
personas que, teniendo a otras a su lado, desarrollan con ellas
este talante humano y ponen a su disposición lo mejor de su per-
sona para contribuir al desarrollo en plenitud del otro. El líder, no
es el que se lleva a los demás «de calle, tras él, sin saber por qué»,
sino que es un excelente amigo aunque muchas veces pase desa-
percibido o su trato nos parezca muy exigente. Las diferencias
personales no llevan entonces al enfrentamiento sino a la com-
plementación, de modo que, cada uno, podemos aprender
mucho del otro viendo sus peculiaridades. Es así como dos per-
sonas muy diferentes pueden fomentar el enriquecimiento perso-
nal mutuo como ocurre por ejemplo en el matrimonio entre un
hombre y una mujer, compartiendo lo que son y lo que tienen.
La dirección de personal en la empresa
131