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el peso de la sección de carTas
cartas que la sección de ariete, puesto que hace falta más espacio para
dar cabida a pensamientos diferentes. Thornton aclara a este respecto
que los responsables de las ediciones esquivan el potencial abuso que
supone la selección de un determinado tipo de cartas asegurando que
la sección suele promover una amplia diversidad de puntos de vista.
Y, como DeLong, entienden la sección como un espacio para ejercer
la democracia: “Un ejercicio democrático, que equilibra el contenido
y el acceso (1976: 10). Armañazas concluye: “El medio podrá buscar
el equilibrio entre las posturas encontradas, publicando tanto cartas a
favor como en contra. Pero también podrá inclinar la balanza hacia la
postura que él está defendiendo en sus editoriales” (1996: 165).
Sea como sea, y se analizará en las próximas líneas, el poder del
periodista es muy alto. Sólo hay que tomar en consideración el número
de cartas que recibe cualquier medio y el mero de cartas que acaba
publicando para verificar que la mayor parte de ellas quedan inéditas.
Thornton expone los números de la revista Time. “Por ejemplo, los edi-
tores de la revista Time dicen que reciben regularmente unas 50.000 cartas
al director cada año, de entre los más de cuatro millones de lectores por
semana. Los editores de Time en general publican anualmente entre 1.000
y 1.500 de dichas cartas, en torno al 3% del total” (1998). La experiencia
de la revista Time permite especular con algunos números que ponen
de manifiesto la magnitud de la cuestión: el peso de la selección. Según
las cifras proporcionadas por Thornton en su estudio “The Shrinking
Debate over Journalistic Standards: Where Have all the Letters Gone?”,
sólo el 1,25% de los lectores de la revista se deciden a enviar una carta.
De estos lectores que escriben al director, lo entre el 2 y el 3% verán
sus cartas publicadas. Quiere esto decir que el 97 o 98% de la cartas
nunca se publican. Casi todas. Luego, la selección que realiza el director o
el responsable de la sección responde nimamente a todos los asuntos
suscitados por los lectores y fácilmente puede ser presa de la orientación
del medio sobre la expresión de su público. Y esta selección de una can-
tidad tan pequeña de cartas no lo puede orientar los contenidos que
se vierten en la sección, sino que puede guiar, por extensión, cualquier
diálogo que se produzca entre los lectores (Thornton, 1996).
Para mostrar su buen quehacer profesional y transparentar un
tipo de selección no mediatizada por otros intereses que no sean los
puramente periodísticos, algunas publicaciones –entre ellas la propia
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