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de carTa a carTa al direcTor
que no todos los lectores ni los compradores acaban enviando cartas
para su publicación, pero el porcentaje de personas que se sienten
movidas a enviar sus opiniones o informaciones al periódico constitu-
yen una buena muestra del público general de la publicación. A través
de las cartas no se puede conocer quién es cada uno de los lectores de
una publicación ni cuáles son sus opiniones, evidentemente, pero, como
afirman Pritchard y Berkowitz, las cartas suponen la única aproxima-
ción al alcance de los periodistas: “Las cartas no pueden ser un perfecto
reflejo de la opinión de la audiencia, pero en ausencia de mejor infor-
mación, pueden ayudar a los periodistas a orientarse a los intereses de
los lectores” (1979). Las cartas proporcionan el pensamiento de algunos
de los lectores, habituales o esporádicos, de un diario o revista y, ade-
más, sólo en los casos en los que estos lectores decidan expresarlo. No
obstante, esta pequeña cantidad de retroalimentación debe considerarse
suficiente para comprobar la temperatura de un público. Los redactores
de las cartas, aun siendo una minoría que expresa su opinión en lo que
se podría considerar como un porcentaje marginal de cuestiones de
actualidad, creen incidir en la opinión pública manteniendo al público
informado sobre temas de interés (Vacin, 1965).
Sobre esta función propia de las cartas de descubrir los perfiles del
público de un medio de comunicación se han multiplicado las men-
ciones en los trabajos en lengua española. Este es un aspecto menos
tratado en los estudios anglosajones. Los profesores que han comen-
tado este punto coinciden en que las cartas son un indicador del tipo
de lectores de una publicación (Armañazas, 1996: 164) y que su lectura
facilita a los responsables conocer cuáles son los acontecimientos que
más pueden interesar a sus lectores (Brown, 1963: 258). A esta orienta-
ción alude Lorenzo Gomis cuando escribe que las cartas no sirven sólo
para que los lectores se hagan una idea de lo que piensan otros lectores
sino que también orientan a los directores de diarios. Y añade Gomis
que, aunque haya campañas organizadas a través de las cartas, el volu-
men de cartas recibidas, su tono, sus argumentos y su procedencia dan
una indicación útil a los directores sobre la sensibilidad de sus lectores
sobre temas polémicos (1991: 92). Si, como afirma Gomis, los respon-
sables son capaces de deslindar las campañas organizadas o las cartas
que responden a unos intereses determinados, contradictorios con los
del público y del periódico, las cartas al director se convierten en una
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