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De carta a carta al director
La respuesta de los lectores
Las cartas ponen en relación, mediante un texto, a dos personas
distanciadas en el tiempo. Ese no compartir el mismo presente suele
significar también estar distanciadas en el espacio. Las personas que
se cartean se conocen previamente –con frecuencia las unen lazos de
amistad– o quieren conocerse. En el caso de las cartas al director, resul-
ta habitual que el remitente de la carta no conozca a su destinatario. Y
no estoy hablando del público que lee el periódico y que podrá tam-
bién leer la carta si se acaba seleccionando. Me refiero a que el lector
no conoce en la mayoría de los casos al director de la publicación. Del
director sólo conoce su cargo y que está al mando de un periódico que
le interesa y que cree conocer. El destinatario de las cartas al director, el
responsable de la publicación, es un desconocido para el lector. Esta es
una característica diferencial con todo lo que se ha visto hasta ahora. El
conocimiento del director que tiene el lector que manda una carta no es
un conocimiento personal y directo, sino que se trata, de algún modo,
de una sinecdoque. Lo que conoce el lector es la publicación y manda
su carta a quien la dirige sin conocer previamente a la persona.
Esa comunicación entre el lector de un periódico y su director se
realiza a través de una carta privada. En este punto discrepo de todas
las aproximaciones que proponen que las cartas al director son cartas
públicas y mezclan, en una misma reflexión, las cartas al director con
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