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sobre la comunicación por carTa
mejor lo que quiso decir antes con aquello de “un entenderse sin
oírse, un quererse sin tactos, un mirarse sin presencia”. Para Salinas
la distinción fundamental radica en que en la carta un interlocutor no
está frente al otro: no lo ve, no lo toca. Pero no es esa ausencia la que
cuenta. O acaso una conversación telefónica es esencialmente distinta
de una conversación en la que los que dialogan se ven. No, claro que
no. Una conversación es una conversación se vean los que conversan
o no, se toquen los que conversan o no. No es esa ausencia lo que
distingue una conversación de la correspondencia. No es el trato en la
lejanía lo que caracteriza la correspondencia. No es la distancia.19 Es el
tiempo. Las cartas suponen una comunicación diferida, una comuni-
cación de dos personas en tiempos distintos.
En la conversación telefónica los interlocutores pierden el lengua-
je gestual, pero conservan la entonación. En una comunicación por
radio a esta dificultad se añade la imposibilidad de interrumpir otras
intervenciones. Es el emisor quien da paso en cada momento al resto
de intervinientes. Escribe Altman: “Los participantes en una conver-
sación de radiofrecuencia no pueden interrumpir a los demás; cada
emisor completa su mensaje y da paso a otro emisor. Los mensajes de
radiofrecuencia, como la carta, tienen que estar muy estructurados”
(1982:134-135). Los mensajes que no pueden ser interrumpidos aca-
ban siendo más estructurados, porque no pueden ser interrumpidos y
porque al no intervenir nadie más en su formulación deben dejar claro
lo que los otros hubieran llegado a preguntar si hubieran podido inter-
venir. De todos modos, tanto los mensajes por radio como las cartas,
al trasponer por escrito la aportación de una conversación, tienen un
grado de estructuración bajo. Además, en la comunicación por carta,
la redacción y los signos de puntuación deben ayudar a materializar la
gestualidad y la entonación perdidas. En las cartas, la ausencia del otro
marca la comunicación de una manera definitiva. Esta ausencia no
se produce porque no compartan un espacio común, sino porque no
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19 Janet Gurkin Altman caracteriza la comunicación a través de cartas como una comunicación en la que
quienes intervienen no comparten ni el mismo espacio ni el mismo tiempo: “El escritor y el lector
no comparten ni tiempo ni espacio. La falta de contigüidad del espacio y del tiempo se refleja en la
discontinuidad del intercambio, un diálogo que se compone más de monólogos separados como
unidades que de piezas de un diálogo oral. El intercambio escrito no sólo introduce la demora entre
la transmisión y la recepción del mensaje; también amplía el intervalo entre la recepción del mensaje
y la respuesta. El escritor tiene más tiempo para meditar, medir y corregir sus palabras, para pulir su
estilo” (1982: 135)