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Teoría de las carTas al direcTor. la gesTión periodísTica del público i UOC PRESS
es una de las funciones de los responsables de la publicación, con su
director a la cabeza: restablecer la confianza que la comunicación epis-
tolar requiere y que el proceso múltiple de remitentes en el caso de las
cartas al director desdibuja.
Y en un periódico, aunque los lectores formen una comunidad,
más o menos difusa –más o menos comunidad– aun sin conocerse,
el hecho de compartir idéntico medio de comunicación los va enla-
zando. Los lectores van convergiendo en una determinada manera
de ver el mundo e incluso acaban asumiendo como propia no sólo
la ideología, sino también el modo de presentar su manera de ver el
mundo. El periódico se comporta como una extensión de cada uno
de sus lectores. Se convierte en un contexto propio para ese lector.
(Contexto entendido como uno de los entornos que da sentido a
cómo somos cada uno de nosotros: como la familia, el trabajo, el
club de fútbol.) Por lo que el periódico se convierte en un contexto
compartido por sus lectores. Y los lectores comparten sus inquie-
tudes e intereses con el periódico y este compartir puede reflejarse
en la sección de las cartas. Y los lectores van conociendo al resto de
miembros que comparten ese mismo contexto y van conociéndose.
Sus relaciones se consolidan, o se transforman, o se acaban. Esto
también forma parte del pacto del que hablaba Lejeune, del pacto al
que se refería Guillén. El conocimiento de remitente y destinatario,
que se traslada a un destinatario mirífico en las cartas al director:
“El autor y el lector se conocen, o han empezado a conocerse, o
tienen noticia el uno del otro. Este conocimiento ha de ir en aumen-
to, si hay correspondencia, o puede también ir transformándose”
(Guillén, 1998, 188).
Y en el marco de este pacto, las situaciones se multiplican. El
periódico garantiza que el remitente es quien dice que es y el destina-
tario suele ser el director del medio. También puede darse la circuns-
tancia de que el director verifique la identidad del remitente en una
carta que no va dirigida en última instancia a él. Me refiero al caso de
un lector que contesta a una carta anterior enviada por otro lector y
publicada en el periódico. El tú de esa carta no es el director, sino el
lector al que se contesta. Sin embargo, es el mediador o el destinatario
primero quien verifica la identidad del emisor y pone en marcha el
pacto epistolar.
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