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sobre la comunicación por carTa
dirige la operación. En definitiva, la autenticidad deja paso al ornato; la
verdad, a la literatura: “Lo que se busca es el ingenio, lo inesperado, el
giro formal no la sinveridad, la verdad, lo natural” (Duchêne, 1971: 16).
Cuando el autor de una carta privada tienta con el pie la hierba al
otro lado de la frontera, y lo apoya y avanza –como hizo madame de
Sévigné– modifica también su territorio moral. La carta privada refle-
ja la entrega de un todo a una sola persona. La carta privada supone
una etapa avanzada de la entrega a los demás (el stream of givings de
Richards). Mientras que la utilización de un destinatario para alcan-
zar públicos más vastos marca el punto de inflexión en el que el yo
importa más que el tú (destinatario), la búsqueda de la gloria literaria
se impone al empeño del respeto entre dos seres humanos (el stream of
gettings de Richards): “Quizá el presunto y proclamado destinatario es
un engañado y se le toma como puente por el cual pasar a la otra orilla.
La perfecta originalidad, la irreductible hermosura de ese escrito que
llamamos carta, y que consiste en hacerse y vivirse de un ser a otro,
de un corazón para otro, como mundo suficiente, queda maltrecha.
Y perdida su belleza moral, porque ya no es dádiva, acto de donación
desinteresada, en el que una persona entrega a otro algo muy suyo”
(Salinas, 1993: 45). Y así, puedo afirmar que en el caso de las cartas
al director se mantiene impoluta esa entrega de quien escribe la carta,
puesto que no hay engaño. La carta va dirigida al director, que no es
excusa o puente; sino acueducto que canaliza y edita las formas de las
cartas que recibe, y esclusa para las que no cree conveniente publicar.
Es el director quien decide sobre el futuro de la carta. Y se acrecienta
la belleza moral en este tipo de cartas puesto que el remitente entrega
una y mil veces las cartas para que el destinatario decida sobre ellas: si
su destino es la rotativa o el vertedero.
Cartas traicionadas, extendidas y fingidas
Las cartas son o bien privadas o bien públicas. No obstante, algunos
manejos que sufren las cartas permiten detallar situaciones distintas
en las que se encuentran unas u otras. Una primera categoría engloba
las cartas privadas que el destinatario ha hecho públicas sin el consen-
timiento del remitente. Habitualmente son cartas que se publican sin
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