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Teoría de las carTas al direcTor. la gesTión periodísTica del público i UOC PRESS
comunicación privada y del que hablaré en breve. La carta, ese tipo de
texto que se construye –a imagen y semejanza de una conversación–
entre dos personas, cambia la faz y también la cambian sus actores, y
el yo apenas es el yo que conocimos y el tú ya no importa casi nada.
Y disminuye o desaparece esa “co-presencia”14 (del yo y del tú origina-
rios) que daban sentido al texto. “Con lo que la epistolaridad no pasa
de ser superficial, y el destinatario es poco más que un pretexto o un
buzón” (Guillén, 1998: 191). Así lo explica también Roger Duchêne
cuando distingue lo que llama épistolier (“el que no tiene en cuenta la
existencia de público”) de lo que él denomina auteur épistolaire (“el que,
al contrario, se preocupa más de un eventual público que de la persona
a la que va dirigida la carta”) (1971: 12): “El destinatario deja de ser el
objeto de la carta y se convierte en un medio de delimitar la cuestión
sobre la que se escribe” (Duchêne, 1971: 13).
En las cartas públicas el yo importa por encima del resto. El foco se
traslada del tú al yo. “La atención no se dirige nunca sobre la persona
consolada, criticada, alabada o remerciée, sino que gira sobre la habilidad
de la consolación, de la crítica, de la alabanza o del agradecimiento.
Ofrecida para la admiración del lector en tanto que éxito literario, la
carta entra en el juego habitual del autor y de su público. La realidad
vivida por un individuo no tienen lugar. No interesa la muerte de una
persona concreta, sino la Muerte; no interesa un enamoramiento par-
ticular, sino el Amor” (Duchêne, 1971: 15-16). Y el eje que traslada la
atención del tú al yo, como en un engranaje perfecto, mueve también
nuevas ruedecillas. Uno de esos movimientos provoca que ahora la
atención se centre en lo abstracto y no en los hechos concretos. Otra
rueda va eliminando paulatinamente la importancia de los nombres de
los destinatarios y los reduce a sus iniciales. Los destinatarios ya no
son personas, sino excusas: “El uso común de utilizar iniciales para
indicar el destinatario de una carta muestra la tendencia a olvidar, en
provecho del público, la persona a la que ha sido inicialmente dirigida
la carta” (Duchêne, 1971: 14). Finalmente, las antologías que recogen
este tipo de cartas se ordenan no tanto por los nombres de los desti-
natarios a los que fueron dirigidas, sino por los asuntos que abordan.
Prueba definitiva de la difuminación del tú en pos de un yo que habla y
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14 El término es un préstamo de Guillén (1993: 191).