
32
Teoría de las carTas al direcTor. la gesTión periodísTica del público i UOC PRESS
por un público más amplio. “Las cartas públicas más representativas
de esta época son abiertas, del tipo de los upomnemata o comentarii, con
carácter autobiográfico y propagandístico; por otra parte, no es casual
que este tipo de escritos proliferen coincidiendo con el incipiente
individualismo y se difundan en un momento [siglos III-I a.C.] en el
que se está produciendo en Roma la afirmación del ‘yo’ en todos los
ámbitos de la sociedad [...]. Existen también noticias de cartas enviadas
al Senado desde las provincias por diversos magistrados [...]. Junto a
esta modalidad, existían despachos o boletines militares de uso interno
para los propios generales” (Pérez, 1997a: 318).
Por lo tanto, las cartas públicas son el resultado de una voluntad
conscientemente literaria, lo que se refleja en un estilo más refinado,
abordan temas generales para audiencias amplias y su realización va
aparejada con la afirmación de la personalidad propia en un entorno
social, lo que aquí se ha denominado la “afirmación del yo”, con lo
cual se aquilata el peso de la primera persona expuesta a la audiencia.
En cambio, las cartas privadas hablan de la vida “real” en los térmi-
nos de una conversación, lo que significa el manejo de una expre-
sión breve y clara, y la adecuación del argumento a su destinatario.
Finalmente, las cartas privadas reducen el marco de comunicación
a sólo dos personas, dos interlocutores sin interferencias ajenas a
ellos. En este caso no se produce una “afirmación del yo” frente a un
público, puesto que los interlocutores de esta comunicación ya son
conocidos y sólo interesa la fibra de lo que el remitente cuenta al des-
tinatario.13 Como afirma Roger Duchêne, todo pasaje de una novela
o de un drama (incluso de una carta pública, me atrevería a añadir)
está en situación en la obra; todo párrafo de una carta privada está en
situación en la vida (1971: 25).
32
13 No quiere esto decir que las cuestiones que abordan las cartas privadas deban comprender exclusi-
vamente el área de la privacidad como asunto de la carta. Las cartas privadas pueden discutir asuntos
públicos. Uno de las casos más evidentes lo constituyen lo que podríamos llamar cartas conspiratorias:
“Las cartas conspiradoras, por ejemplo, son la base del Ides of March (1948) de Thornton Wilder, una
novela histórica compuesta de cartas encadenadas que supuestamente circulaban entre el grupo que
tramó el asesinato de Julio César” (Altman, 1982: 59).