277
las carTas al direcTor en Tiempos de censura
“He leído en ‘Apartado de Correos’ (nº 67) la carta de don L. Vicente Burgoa,
del convento de P. P. Dominicos de Santa Cruz la Real; como estoy en des-
acuerdo con él me voy a permitir confiando en que lo publiquéis si lo estimáis
oportuno insistir algo más sobre el tema ‘Los católicos y Ortega’.
Dice el señor Burgoa que, según parece, también vosotros tenéis vuestros
‘prejuicios’ y que le resulta ‘sospechoso’ que habiéndose publicado nume-
rosas críticas elogiosas del libro del P. Ramírez, solamente incluisteis en
vuestra nota dos que son abiertamente desfavorables, etc.
Creo que la simple publicación, sin comentarios, de su carta, en El Ciervo,
basta para desechar cualquier sospecha sobre el criterio de la revista acerca
de la libertad de opinión, no ya permitida, sino reconocida prácticamente
a sus lectores” (ENRIQUE BURBANO, “Los católicos y Ortega”, El
Ciervo, 68: 11).
La primera carta remitida a la revista –y que no se incluye aquí por
tratarse mejor de una forma de intervención, y no sólo de diálogo– tuvo
esta primera respuesta. Luego, diversas opiniones fueron acumulándose:
“Yo, por mi parte, voy a deciros a vosotros, y al señor Burbano, los temores
que me ha despertado su carta entorno al tema: ‘Los católicos y Ortega’.
Yo creo que la simple publicación, sin comentarios, de la carta del señor
Burgoa –en la que se ‘sospecha’ de los directores del Ciervo no están exen-
tos de ‘prejuicios’ en esta polémica– es una valentía que honra, pero que no
‘basta para desechar cualquier sospecha sobre el criterio de la revista’.[...]
El espíritu de Ciervo –aludo ‘al que se encuentra’ el señor Burbano– puede
muy bien no coincidir con el de sus directores, o , al menos, con el que
esperamos muchos de sus asiduos lectores” (JOSÉ ANTONIO CAMA-
CHO, “Los católicos y Ortega”, El Ciervo, 69: 11).
“La carta que me publicó el núm. 68 de la revista decía sustancialmente: a) Que
no considero ‘sospechosa’ ésta, pues respeta la liberta (sic) de criterio de sus
lectores. b) Que estoy de acuerdo con cuanto dice Aranguren en su libro ‘La
ética de Ortega’, sobre éste y sobre el Padre Santiago Ramírez.
Sigo pensando lo mismo, y con más tranquilidad, después de ver publicada
la carta del señor Camacho que como antes la del señor Burgoa confirman
mi opinión; [...]” (ENRIQUE BURBANO “Ortega y los católicos”, El
Ciervo, 71: 15).
“La carta del señor Camacho que publicáis en vuestro número 69 es un
rico muestrario de esta misma ‘inquietante y complicada esgrima’, de ese
‘lavarse las manos candorosamente’, etc., etc., de los que él tanto descon-
fía. [...]
277