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Teoría de las carTas al direcTor. la gesTión periodísTica del público i UOC PRESS
“El director del Colegio se opone a la admisión del chico por-
que es norma de sus superiores rechazar el ingreso de niños
cuyos padres están separados, puesto que la estancia de dichos
muchachos en el Colegio presenta un peligro espiritual para
los demás en la obligada convivencia que han de llevar (...)
¿Padece realmente el bien general de los colegia-
les por la convivencia con un niño normal, que tiene
la única desgracia de que sus padres están separados? (...)
Si publicáis esta carta, aunque como es lógico me hago responsable de ella,
deseo y así lo espero, que sólo consignéis mis iniciales” (J. A., “Interrogan-
tes a contestar”, El Ciervo, 53: 6).
“Es que las sirvientas solteras no son también señoritas? Creo que esta
división clasista, si bien es conocida en nuestra sociedad, es muy lamen-
table que llegue también al mismo seno de la Iglesia, y creo que sería muy
adecuada una rectificación” (CONRADO SOLÀ, “Sirvientas y señoritas”,
El Ciervo, 74: 15).
“Nadie duda que la situación desigual e injusta de los grupos sociales, en
América del Sur y Central, y dígase algo parecido de algunos países euro-
peos, clama al cielo y exige medidas audaces y sin demora (...)
Solamente si sentimos el peso de las injusticias como nuestras, podremos
encontrar fuerzas, no solamente para criticarlas, sino también para intentar
resolverlas” (F. ELOSUA, “La única vergüenza creadora”, El Ciervo, 84: 15).
“En mi pueblo la propiedad agrícola está bastante mal repartida, a pesar de
que sólo cuatro o cinco personas tienen propiedad relativamente grandes
(sic) (el 90% del municipio les pertenece)” (PEDRO RAFECAS, “Residir
no es vivir”, El Ciervo, 88: 15).
Problemas que eran omitidos por el régimen o tratados de modo
folclórico aparecen también con mayor crudeza.
“Me encuentro en Motril accidentalmente, junto al Mediterráneo, cono-
ciendo un poco el problema gitano. En Motril no hay exceso de gita-
nos, pero otras circunstancias me han traído aquí. Todos los extremos de
Motril son suburbios y en todos ellos, eso sí, hay varias familias de gitanos.
Aquí vine, repito, a conocer un poco este problema. Y he pensado con
frecuencia que no se ha incluido el problema concreto de los gitanos den-
tro del problema social en general, al menos no se ha intentado darle una
solución (...)
¿Y los niños? Desnudos y sucios, llenos de moscas, que parecen llamadas
a cubrir y curar las abundantes heridas de sus cuerpos. La peor lacra que
sufren estos niños es el conocimiento de todos los trapos sucios de sus
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