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las carTas al direcTor en Tiempos de censura
¿Pero no estamos, precisamente los estudiantes católicos, obligados a
romper el círculo nefasto de un aislacionismo nacionalista, no por un inter-
nacionalismo deformado, sino por la libertad interior y por la unidad de
Europa, por la unidad sana dentro de la multitud de sanas particularidades
e independencias nacionales?” (BRUNO, “Carta a un amigo español”, El
Ciervo, 6: 2).
“Como todos sabemos, infinidad de Estados han abolido la pena de muerte,
por diferentes razones cada uno, pero todas ellas expresivas de un profundo
respeto a la vida humana. España, por desgracia, es una excepción. Sería inte-
resante preguntar por qué. Sería incluso un buen examen de conciencia para
todos estudiar la necesidad de tan anacrónico y bárbaro castigo.
Dejo planteada la cuestión: la existencia de la pena capital, en 1965, es una
vergüenza demasiado grande para una nación, demasiado humillante para
permanecer callados por más tiempo” (EDUARDO GOROSTIAGA, La
pena de muerte”, El Ciervo, 134: 19).
“España es un reino sin Rey, de la misma manera que podía ser una repú-
blica sin Presidente y todo hubiera marchado igual porque la nación no
carecía de una Jefe de Estado (...)
Los partidos políticos son la cantera de donde el pueblo asca los hombres
de gobierno, (...).
Este preámbulo sólo sirve para constatar que estamos faltos de partidos
políticos para poder sustentar Monarquías o Repúblicas, cuando sería de
desear que hubiese ya dos grandes partidos, (...)” (XAVIER TUSELL,
“Dos partidos”, El Ciervo, 150: 15).
“En las misas de precepto de Valencia continúa recitándo-
se una curiosa fórmula litúrgica que, si siempre me ha produci-
do particular extrañeza, parece injustificable ahora que los aires
constantinianos han dejado de soplar en la nave de Pedro. Me
refiero a la bimembre petición ‘por el pueblo y el ejército’.
Una y otra vez, indefectiblemente, una doble pregunta me asalta de
modo instintivo en el momento de la oración: ¿Acaso el ejército no es
también pueblo?” (PEDRO PINA ARTEAGA, “Cajón de sastre”, El
Ciervo, 153: 15).
Algunas más se ocupan de realizar una crítica social. Desde la Rioja
llegaba una carta que decía:
“El vicio abunda a manos llenas, la inmoralidad no es para ser disimulada
mientras los de arriba dan sus banquetes pujando a cuál más, los de abajo
se consuelan con más barriadas inauguradas en terrenos a medio sanear..”
(DE UN SACERDOTE RIOJANO, El Ciervo, 41: 6).
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