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Teoría de las carTas al direcTor. la gesTión periodísTica del público i UOC PRESS
de la recepción periodística propone: “Si las actitudes y el comporta-
miento de los lectores, y la interpretación que ellos [los lectores] hacen
de la obra, son hoy el objetivo prioritario de investigación para los
estudiosos y críticos de la teoría y de la historia de la Literatura, cuánto
más no lo deben ser para los críticos e historiadores de la periodística,
si en el Periodismo la existencia de lectores es lo que caracteriza esta
actividad social, aquello que la distingue respecto de otros fenómenos
de la misma naturaleza, como la misma Literatura, por ejemplo.
”No puede existir, en cambio, ni como supuesto teórico, un perio-
dismo para guardar en el cajón, un periodismo sin lectores, puesto que
sólo existe periodística cuando hay una motivación y una experiencia
comunicativas. La recepción es, pues, un factor imprescindible para
que exista periodismo. [...] Un texto sin lectores puede ser literatura
pero nunca periodismo (Casasús, 1989: 96-97).
El lector, a diferencia de lo que propone la aplicación de la teoría
de la recepción al periodismo, no es ni va a ser solamente ese agente
que reacciona a los mensajes que envían los profesionales y del que
tenemos curiosidad por saber qué opina. El lector es, los lectores son
(y esto lo sabe mejor que nadie la prensa especializada), un grupo de
personas que tiene unos intereses comunes y que ha sido aglutinado
por un medio de comunicación. Desde este punto de vista, los lecto-
res son personas que tienen cosas interesantes que decir y que pedir.
Y constituyen también una cierta comunidad de intereses, aunque el
periodismo más tradicional no ha sabido fomentar esta característica
de comunidad y los ha tratado uno a uno, por separado, como usuarios
que compraban el producto que los periodistas realizaban. Los lecto-
res son, sí, fuente de conocimiento para que el medio sepa cómo es
recibido, pero también son fuente a secas. Pueden indicar hacia dónde
quieren que el medio vaya y pueden proveer información y opiniones.
Y los lectores además estarían, muy probablemente, encantados que el
medio les facilitara un canal para comunicarse entre ellos con mayor
facilidad. Pero esto se verá en el último capítulo.
Se analiza en las páginas que siguen el contenido de las cartas de
los lectores que la revista El Ciervo publicó desde 1951 hasta 1975, a
partir de los conceptos y de la clasificación que se han desarrollado con
anterioridad. Del total de cartas que la revista publicó en este periodo
–casi 900– se han separado aquellas que la revista presenta como par-
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