247
las carTas al direcTor en Tiempos de censura
La pugna entre la revista y la censura
No resulta sencillo saber qué opina el lector del periódico que acaba
de leer. Si es lector habitual, por lo menos sabemos que está dispuesto
a gastar el dinero que se pide para adquirir un ejemplar cada día, o cada
mes. Eso es ya una señal positiva. Pero habitualmente poco se sabe de
lo que piensan los lectores de cualquier publicación. Y más aún, casi
nada se sabe de las relaciones que trazan los lectores con el periódico
que frecuentan. Ya lo dijo Pierre Albert en 1968: el estudio de las rela-
ciones entre la prensa y su público son difíciles, no sólo por la sutilidad
de estas relaciones, sino porque cada lector tiene una interpretación
personal de esta relación. Como se ha dicho ya y vale la pena reiterar,
las cartas se convierten en un medio eficaz de conocer qué es lo que
piensan los lectores del periódico y, además, permiten descubrir qué
tipo de relaciones han desarrollado los lectores con el medio de comu-
nicación y con otros lectores. A diferencia de otros medios para reca-
bar información de los lectores que encorsetan las respuestas, y pienso
con Thornton en las encuestas, las cartas permiten una comunicación
más libre entre el público y la publicación (Thornton, 1998).
En una situación en la que la censura dificultaba la comunicación
entre los periódicos (en este caso, la revista El Ciervo) y su público, las
cartas permiten calibrar hasta qué punto el público llegó a captar lo
que querían decir los periodistas y los colaboradores de determinado
medio, aunque los censores hubieran dinamitado la comunicación. Las
cartas permiten recomponer la forma del barco del mensaje a partir de
los restos llegados tras el naufragio. Las cartas al director se convierten
en un canal adecuado para conseguir lo que Casasús propone para
el estudio de la recepción periodística: “Pero, a pesar de disponer de
instrumental metodológico adecuado, todavía no nos hemos ocupado
suficientemente de saber cómo un mensaje concreto es recibido por
el público, qué entiende de lo que lee, cuál es la interpretación que le
dispensa, y qué tipos de reacciones provoca” (1989: 95).
Pero las cartas también permiten acceder a un análisis más com-
plejo y actual de la función del periodista. Las cartas, y este es uno de
los aspectos que este trabajo defiende, se han convertido en la piedra
fundacional de una nueva manera de ver el periodismo. Unos modos
nuevos que dotan de mucho más valor a la figura del lector. La teoría
247