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las carTas al direcTor en Tiempos de censura
Breve historia de la sección ‘Apartado de Correos’
En El Ciervo pronto aparecieron las cartas al director. Ya en el año
1952, el año siguiente a la creación de la revista, y en el número cinco,
página dos, aparecía publicada una “Carta de Madrid”, firmada por
Joaquín Tomás Villaroya. En la misma página aparecían otros dos
textos de opinión y nada puede hacer pensar que estamos ante una sec-
ción de cartas al director aún. En este sentido, se puede considerar a la
revista El Ciervo como una de las pioneras de la introducción de cartas
de los lectores en los medios de comunicación españoles.104
En el número seis de la revista, aparecido ese mismo 1952, se publi-
can dos nuevas cartas bajo el epígrafe “Apartado de Correos 5320”.
En la misma página en la que se publican las cartas –la página dos– la
redacción incorpora una nota titulada “Dos reglas”. En esta nota queda
claro el interés que tiene la redacción de que los lectores participen,
sobre todo opinando acerca de lo que publica la revista –primera regla–
y también informando u opinando de cuestiones ajenas a la publicación
–segunda regla.105
Hasta el número 39, que se publica en el año 1955, las cartas apare-
cen firmadas, aunque sea con seudónimo. En el número 39 se publican
dos nuevas cartas, pero esta vez sin firma. Un texto de la redacción,
situado después del nombre de la sección explica este cambio en la
presentación de las cartas: “Hace tiempo que deseábamos iniciar una
especie de conversación con nuestros lectores. Un rincón que recogie-
ra alusiones, estímulos, críticas. Acaso lo hagamos pronto. Hoy, para
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104 Carles Geli y Josep M. Huertas Clavería, en su estudio sobre el semanario Destino, otorgan la pater-
nidad de la introducción de la sección de cartas, a principios de los 40, a Josep Vergés, editor del
semanario: “Con sólo abrir la revista, el lector se encontraba las cartas al director, invento importado
por Vergés, un enamorado de las costumbres inglesas, donde constituían una práctica periodística
habitual y muy valorada. Fue uno de los hallazgos de la publicación en un tiempo en que la opinión
no era demasiado abundante en los medios de comunicación. Su repaso constituye aún una muestra
espléndida de lo que pensaba y sentían los lectores” (1990: 92).
105 “Dos reglas”
”Señora, señorita, caballero, ¿por qué no envían una cartas al Apartado de Correos 5320?
No digan que no tienen tema, por favor. Les vamos a dar dos reglas:
”Primera regla. Cojan El Ciervo y léanlo. Si algo les pone de mal humor, escriban furiosos y, eso sí,
razonen su mal humor. Si algo les pone de buen humor, escriban también. Y si El Ciervo les deja indi-
ferentes, escriban para que no seamos tan pesados e indíquennos algún asunto interesante.
”Segunda regla. Lo mismo, pero cuando el mal humor y el bueno se deban a causas ajenas a nuestra
voluntad.
”Ahora no nos digan que ustedes siempre están muy tranquilos. Sería faltar a la verdad. Dos reglas”.
El Ciervo [Barcelona] (1952), núm. 6, p. 2.