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Teoría de las carTas al direcTor. la gesTión periodísTica del público i UOC PRESS
exhibe un estilo más reposado. El periodo que cubre los años 1955-
1956 supone un momento crítico, cambiante, para la revista. A la mar-
cha –en muchos casos provisional– de algunos colaboradores se añade
la incorporación de personas mayores (Jordi Maragall y Enric Ferran).
A propósito de Ferran y Maragall, Lorenzo Gomis escribe: “También
era significativo del desierto cultural de la posguerra, que gente mayor
que nosotros reviviera y se hiciera presente incorporándose a las publi-
caciones de gente más joven. Más o menos al mismo tiempo que las
incorporaciones a El Ciervo de chicos –generalmente procedentes de
los jesuitas– diez o quince años más jóvenes que los fundadores de
la revista, vivimos aproximaciones de personas diez o quince años
mayores, y con más experiencia, que simpatizaban con la revista y que
pronto tendrían una influencia muy fuerte. Pienso en Enric Ferran
y en Jordi Maragall. Enric Ferran era registrador de la propiedad en
Berga, pero vivía la mayor parte de la semana en Barcelona […]. Era
un socialista fabianista, académico, como él decía, queriendo decir que
no se trataba de hacer ningún partido, de influencia anglosajona, y a la
vez un católico pascaliano, de influencia francesa” (1996: 176). Por lo
que respecta a Jordi Maragall, ¿valdría decir, para caracterizarlo, que es
el padre del que fuera alcalde de Barcelona de 1984 a 1997 y posterior
presidente de la Generalitat? Estos nuevos miembros son personajes
abatidos moralmente por la guerra civil y su contexto posterior a los
que la revista devuelve la ilusión perdida. Sus aportaciones son de tipo
ideológico que dan más consistencia a algo que hasta ese momento
había sido primordialmente intuitivo. Se produce, de este modo, un
enriquecimiento tanto filosófico como político y social.
La revista se expande y se ordenan las secciones. Se manifiesta una
tendencia por temas más concretos, un interés por lo que sucede en
el extranjero. Los temas relativos a la actualidad española sólo pueden
tratarse desde una óptica costumbrista o de crítica social, eludiendo
–en lo posible– la política inmediata. González Casanova subraya esta
característica: “Mas la incidencia política de la religión no se agota en
los problemas sociales de la España de los años 50. Otra de las conse-
cuencias benefactoras, a la larga, de la censura fue el tratamiento por
elevación de las cuestiones políticas mediante el recurso habitual en la
prensa aliadófila durante la Segunda Guerra Mundial (revistas Mundo o
Destino), de hablar de cuestiones internacionales” (1992: 195-196).
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