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las carTas al direcTor en Tiempos de censura
solo conozco de vista) como de mal gusto. Hagan lo que les dicte la
caridad cristiana”. Y, cuando tiene dudas, el censor no duda en retener
un artículo para consultar con otros colegas acerca de su contenido:
“El artículo sobre Lanza del Vasto, lo retengo para darlo a un segundo
censor que yo mismo he solicitado a la Curia diocesana, pues por ser
asunto muy delicado no quiero basarme en mi solo criterio”.102
Decía también que llama la atención la gran cantidad de cartas cen-
suradas. En un extracto de abril de 1958 el censor escribe: “La carta de
Ramirez103 tiene una alusión a la censura. El censor no pide nada pero
confía en la delicadeza de la Dirección...” El guante, efectivamente, era
de seda. En un extracto de enero de 1959 el censor hace referencia a otra
carta censurada: “La carta de Abando (Bilbao) no contiene nada contra la
fe y en principio no rompería ninguna lanza yo para defender los títulos
de nobleza pontificia. Pero por respeto a la sagrada memoria de Pío XII,
tan reciente, pienso que sería bueno que la redacción de El Ciervo no
publicara esta carta, que no arreglará nada y puede ser entendida como
una crítica poco respetuosa para un Pontífice tan reciente. De otro modo
se tratan los personajes cuando está viva su memoria o cuando ya son
puro patrimonio de la historia. No lo exijo: solo pido se considere estas
razones”. Y quedaba claro que el censor intervenía en el ámbito de sus
competencias y en el buen gusto y en lo que creía conveniente.
El material publicado en esos números de la revista –y también
posteriormente– era seleccionado en reuniones o tertulias que se rea-
lizaban semanalmente en el café Términus de Barcelona (calle Aragón
con paseo de Gracia) y que, posteriormente, se trasladaron a la horcha-
tería Turia, en la rambla de Cataluña de Barcelona. En esta redacción
“transhumante” se leía el material que aportaban básicamente Paco
Condomines, José María Barjau, Lorenzo Gomis y Juan Gomis, que
también colaboraba con ilustraciones. Fruto del entorno de trabajo
surgían colaboraciones más o menos esporádicas de aquéllos que se
interesaban por la tertulia.
Los números que van del sexto –el primero realizado sin Claudio
Colomer– al décimoquinto suponen un momento de apertura de la
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102 En documento fechado en enero de 1959 y encabezado por el siguiente título: “Observaciones del
censor a El Ciervo, enero 1959 (2)”. Evidentemente en mayúsculas.
103 Transcribo los textos del censor tal cual están escritos: con sus numerosas faltas de ortografía.