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Teoría de las carTas al direcTor. la gesTión periodísTica del público i UOC PRESS
recuerda en la misma argumentación que he transcrito que el géne-
ro epistolar se convirtió en materia de enseñanza en la Edad Media.
Formaba parte de una de las ramas de la retórica y vertían en ella sus
aguas los modelos de Plinio, Cicerón y Séneca entre otros.4
En España, a partir del siglo xvi, los formularios de Gaspar de
Texeda,5 Juan de Yciar, Juan Baptista de Montoya y Jerónimo Pablo
de Manzanares, no exentos de algunas muestras de ficcionalidad en
sus repertorios epistolares, acumularon ediciones (Guillén, 1998: 182-
183). Los manuales, aquí, en España, y en otros países de alrededor
fueron encadenándose. En Francia, los manuales de cartas se cuentan
por centenares: “Sin contar las reediciones, las antologías de cartas de
los mejores autores, las ediciones de cartas de literatos, los tratados de
correspondencia comercial que aparecen hacia 1850, se suentan más
de cien títulos de los que la mitad se sitúan entre 1860 y 1900” (Grassi,
1990: 92). Algunos tal vez fueron especializando su orientación para
ceñirse con el pasar de los años a recetas para robar corazones. Aún el
propio Salinas los recuerda, en el mediodía del siglo xx, como un tipo
de libros de batalla, como unos ejemplares sin refinamiento que iban
destinados a públicos que a duras penas ampliarían con nuevos volú-
menes su biblioteca: “Pecaba yo, parejamente, por ignorante desprecio
de esos librillos, en rústica, que con cubiertas de bárbaros colorines se
ofrecían en los kioscos de prensa a cambio de uno o dos reales, con el
título de Manual de correspondencia, o cosa por el estilo” (Salinas, 1993,
87).
El académico de la Lengua Rafael Lapesa propone como material
de análisis las cartas privadas, pero su intención siempre se mantiene en
el ámbito de lo literario. De hecho, incluye las cartas en lo que él deno-
mina “literatura confidencial”, junto a las autobiografías, las memorias
y los diarios (Lapesa, 1995, 193). Se entiende que así no perfile cuáles
de las cartas escritas pueden tener un estricto carácter privado y cuáles
son cartas con previsión de publicación. Y, por tanto, incluye en el
mismo cajón la obra epistolar de Cicerón, Plinio el Joven, Madame de
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4 Estos estudios se irían especializando hasta convertirse en los conocimientos fundamentales que eran
requeridos para ejercer como secretario. (Salinas, 1993: 89).
5 Gaspar de Texeda da a imprenta el año 1553 un volumen titulado Primero libro de cartas mensajeras en
estilo cortesano para diversos fines y propósitos con los títulos y cortesías que se usan en todos los estados. En casi
cuatrocientas cartas, recorre el autor todo el abanico de destinatarios posibles (desde el Papa hasta una
amante) adecuando el tono y texto de la carta. (Salinas, 1993: 92)