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Teoría de las carTas al direcTor. la gesTión periodísTica del público i UOC PRESS
puesto que quiere llegar sin ambigüedades a su destinatario, siempre
alguien determinado, y que se convierte en receptáculo para múltiples
contenidos. Y como en una conversación, esos contenidos distintos se
encontrarán en una misma carta, en la que el autor va saltando de tema
de párrafo en párrafo.
El comparatista Claudio Guillén propone explicar paso a paso el
proceso de comunicación que se produce en las cartas. Lo explica en
el capítulo titulado “La escritura feliz”, del libro fundamental Múltiples
moradas: “El proceso de comunicación epistolar puede mirarse como
un continuum o una línea en que pueden encontrarse, o tocarse, o reunir-
se móvilmente, tres categorías principales de realización: la capacidad
de leer y escribir (literacy), la literariedad y la poeticidad” (Guillén, 1998:
180-181). Abordaré en este primer apartado las cuestiones relativas a
la literacy y que se concretarán en los manuales prácticos para los escri-
tores de cartas, en algunos epistolarios y en la descripción de algunos
tratados teóricos. La literariedad y la poeticidad en las cartas se tratarán
en el momento de deslindar verdad y ficción, y en el de desgajar de la
escritura de las cartas aquellas formas poéticas que las alejen de su uso
comunicativo.
Con respecto a la primera categoría que permite poner en marcha
el mecanismo de la carta, la capacidad de leer y escribir, el propio
Guillén apunta: “No ha sido la capacidad básica de leer y escribir, o
literacy –alfabetismo, o alfabetización–, solamente un requisito o una
condición para la redacción de una carta. Es un logro, una adquisi-
ción, un paso decisivo. En las sociedades antiguas del Mediterráneo la
composición de cartas suponía sin duda un aprendizaje fundamental,
un gozne especial, que significaba un añadido, el del acto escrito tras
el acto hablado”. Y sigue Guillén subrayando el lazo fundamental
entre la carta y la oralidad: “La escritura no se opone a la oralidad, ni
la deja atrás, sino que la supone, la implica, la contiene y sobre todo
la complementa, en el tránsito crucial del habla a la carta” (Guillén,
1998: 181). Este camino entre la oralidad primera y su trasposición
por escrito en una carta describe el trayecto que recorren la cultura
griega y la romana desde la oralidad hacia la escritura: “En sus textos
sobre la escritura, los antiguos indican claramente una diferencia entre
lo escrito y lo oral, y consideran muy generalmente que la escritura
es un artefacto secundario, una representación de la lengua hablada”
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