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Teoría de las carTas al direcTor. la gesTión periodísTica del público i UOC PRESS
claramente que los lazos son mayores y más estrechos si los lectores
opinan sobre la publicación que sobre un texto en concreto.
Al final, las cartas de intervención muestran si existe una comu-
nidad de personas que dialogan con el diario o con la revista y si las
propuestas de este medio interesan al público que la sigue. Si esto
es así, las cartas de intervención airearán la profundidad del enlace
entre público y publicación: “En conclusión, la sección de cartas al
director nos permite apreciar en qué medida un diario y sus lectores
forman una comunidad dialogante, cómo los mensajes del diario son
recibidos por los lectores y cómo los mensajes del lector son recibi-
dos por el diario” (Gomis, 1991: 93). En caso contrario, las cartas de
intervención escasearán y se ampliará la fractura entre los periodistas
y los lectores.72
Prensa y correspondencia
La prensa sirvió en buena medida ya desde los primeros tiempos a
la conversación. Si se apura el argumento hasta podría afirmarse que la
prensa misma y no sólo las cartas es un tipo de conversación. Basta con
recordar quiénes formaron las primeras redacciones de los periódicos
para constatar que eran obra de una sola persona.73 Y esta persona que
constituía toda redacción explica que, como afirma Varin, la prensa sea
la extensión de la correspondencia: “Durante toda su infancia, el perio-
dismo se mantuvo como la iniciativa de un particular. Este hecho no es
insignificante. Muestra hasta qué punto el diario es la prolongación de
la correspondencia que, en sí misma, no es más que una conversación
escrita. De ahí que la prensa se arraigue a su tierra natal: la conversa-
ción. Adopta el tono y una cierta familiaridad con la región. El redactor
no tiene como objetivo la información integral de su comunicante, del
cual conoce los gustos, sino satisfacer su curiosidad. Redacta su gaceta
como si escribiera una carta, adaptándola a su lector” (1965: 64). De
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72 El inicio de esta fractura lo sitúa Dicken-Garcia (1989) a finales del siglo XIX cuando la complejidad
de la información –sobre todo económica– convirtió las pequeñas redacciones formadas por pocas
personas en estructuras mucho mayores que difícilmente se entenderían con la sociedad tan fácil-
mente como antes.
73 La Gazette la hacía Théophraste Renaudot; Le Journal de Savants, Denis de Sallo, y Le Mercure Galant,
Donneau de Visé, por poner tres ejemplos conocidos (Varin, 1965: 63).