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las carTas al direcTor en la Teoría del periodismo
cualquier conversación, sino que además un cierto control de la expre-
sión facilita la publicación de cualquier carta: “Pero a pesar de dichas
limitaciones, las cartas al director pueden reflejar, y reflejan, algunas de
las ideas de la población en general, sobre todo de aquéllos que tienen
suficiente formación como para sentirse cómodos expresando sus opi-
niones por escrito” (Thornton, 1996).
A este respecto, la carta no sólo pone en evidencia una cierta dis-
posición de los argumentos y una elocución que sea entendida por
cualquier persona que lea el texto, sino que en las cartas que responden
a otras cartas resulta fundamental analizar la actitud con la que se enca-
ra la relación con otros lectores. Aunque sea a través de la figura del
director. Stewart (1989) afirma que las cartas permiten una atenuación
de la violencia; Gomis pone sobre el tapete el tono de la conversación,
la relación que a través del texto se detecta que mantienen los lectores:
“En la sección de cartas al director el diario funciona como una tertulia.
Una tertulia abierta a los otros lectores. En las polémicas que se esta-
blecen vemos el abanico de opiniones que el diario es capaz de acoger,
la confianza de los lectores en que sus opiniones serán publicadas, el
tono de la conversación, la proporción de cartas virulentas o civiliza-
das, el uso de la ironía” (1991: 93).
Propongo que el tono del diálogo entre lectores, la temperatura de
la relación, pueda medirse en las cartas al director a partir de siete tipos
distintos de actitud que muestran los lectores en las cartas y también del
modo que tienen de aludirse. La tipología de las actitudes responde a
una variable de “acuerdo-desacuerdo”: una actitud que muestra acuer-
do absoluto y que mueve a un nuevo lector a realizar alguna acción a
favor del redactor de la carta primera sería considerada de “ayuda”: en
este caso, una carta pretende aportar soluciones a los problemas plan-
teados en una carta anterior. El mismo grado de acuerdo, pero sin que
se produzca una acción en concreto fruto de este acuerdo serían las
cartas de “apoyo”: una carta incide en un diálogo abierto entre algunas
cartas y apoya una de las partes o simplemente refuerza una opinión
expresada con anterioridad por otra carta. Un grado de acuerdo alto
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los argumentos y que supone la capacidad de quien participa de ponerse en la piel de los otros. La
tercera presuposición pone de manifiesto que se participa no por interés propio, sino para poner
honestamente los argumentos de uno a disposición del resto de los participantes. La cuarta presupo-
sición determina que la validez de los argumentos se debe a su carácter racional y no a una coerción
para ser asumidos.