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las carTas al direcTor en la Teoría del periodismo
directamente, nos incorporamos a él es muy probable que aumente
nuestro grado de interés. Los medios, como dice Gomis, incorporan
aquellos símbolos que pueden llegar a representarnos y así nos vemos
reflejados en ellos. Esos símbolos pueden ser nuestros representantes
políticos, nuestro país o nuestra ciudad, e incluso nuestro equipo de
fútbol preferido: “Los medios fomentan la participación por medio
de la pluralidad de escenarios y personajes y la agitación de símbolos
cargados de emoción. El público está representado por nacionalida-
des o países, por partidos deportivos o políticos” (Gomis, 1991: 63).
También participamos a través del dato, a través de la cifra que nos
representa: sondeos o encuestas.
Pero los medios no fomentan solamente el sentimiento de parti-
cipación incorporando a quienes acaban representándonos en la vida
pública. Los medios de comunicación también facilitan un canal –no
excesivamente ancho ni caudaloso– para que las personas que forman
parte del público al que se dirige el medio puedan participar de manera
directa. Si nuestra participación no es únicamente una participación
delegada, sino que se trata de una tipo de participación directa se
multiplica todavía más el interés que puede despertar lo que explica el
medio y el medio mismo. El consumidor de medios de comunicación,
el lector –si nos ceñimos al diario o a la revista–, siente que su parti-
cipación también cuenta. Él ha hecho también el diario. La distancia
que nos separaba de él se ha acortado hasta no existir, puesto que
nosotros también lo estamos haciendo. Si se ha acortado la distancia
crítica, seguramente se ha aumentado el grado de interés que despierta
el diario en nosotros.
Por otro lado, no hay que olvidar la ilusión que provoca en cualquier
persona cuyo rol no sea exactamente público y que no aparezca en las
páginas de los diarios, ni en las radios o las televisiones haber formado
parte de sus páginas un día. El día en el que una persona (o una empre-
sa) que no acostumbra a salir aparece en el diario suele comprárselo.
Y llama a sus familiares, y a sus amigos y a algún que otro conocido
para decírselo. Y, tal vez, alguno de estos se lo comprarán a su vez. Y,
sabedor de la volatilidad del diario, este mismo ciudadano recortará la
página en la que aparece y la guardará. Para cualquier persona cuya vida
o profesión no tiene una trascendencia pública es difícil no dejarse lle-
var por esos instantes en los que es reconocido públicamente. Es difícil
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