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las carTas al direcTor en la Teoría del periodismo
Las malas noticias, las explosiones, tienen una acogida mayor que
otros recursos en los medios de comunicación porque también la
tiene entre la conversación de la gente. Gomis vincula la repercusión
de la forma retórica de la alarma en los medios de comunicación y en
la conversación privada. Pero las explosiones se prodigan también en
los diarios porque los diarios hablan de lo extraordinario, de lo irre-
gular –lo que se salta las reglas. Cuando las cosas suceden como están
previstas o se repiten con normalidad, los medios no intervienen para
explicarlas porque el final del proceso es tal y como lo imaginan las
personas. El estereotipo se cumple si nada extraño sucede y la gente se
fía de lo poco que sabe sobre el resto de personas y actividades, y se
fía bien, puesto que lo que imagina es lo que sucede. La rutina no suele
asaltar las páginas de los diarios, a menos que la protagonicen personas
públicas. Pocos de nosotros sabemos exactamente en qué consiste la
tarea de un minero. A lo sumo imaginamos la dureza de trabajar con
poco oxígeno, con poca luz, en poco espacio. Imaginamos también
algo parecido a lo que debe ser tener la sombra de la muerte en forma
de bolsa de grisú o de silicosis. Pero si nada nos dicen los diarios acerca
de las minas y de los mineros es que la rutina de su trabajo se reproduce
más o menos como todos la imaginamos. El diario informa cuando
sucede algo extraordinario que modifica el quehacer cotidiano que
imaginamos los que nada sabemos de una mina.
La explosión representa la presencia del horror en el día a día.
La explosión desarticula la razón que mueve a un periodista a elidir
un relato por ordinario e introduce la excepcionalidad y con ella la
narración del acontecimiento infrecuente. Una excepcionalidad que
asusta porque hace que la muerte se asome a la cotidianidad. Nada
asalta más la conciencia que descubrir agazapado entre las acciones
más habituales el perfil de la muerte. “De los rasgos periodísticos que
estudiamos, las explosiones son a la vez el más raro y el más destacado.
Está lejos de llegar siquiera a la cuarta parte, y sin embargo es frecuente
que aparezcan en portada. La razón es que si los resultados son más
bien apaciguadores y simbolizan que la situación está bajo control y es
conocida exactamente, las explosiones representan la irrupción de la
alarma en la sociedad” (Gomis, 1991: 144). A igual número de muertos,
la explosión es más noticia si provoca más repercusiones y suscita más
comentarios.
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