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el peso de la sección de carTas
clientela. La mayoría de estas cartas provienen de hombres o mujeres
que toman el diario como confidente de sus problemas personales,
materiales o sentimentales: se encuentran sobre todo entre individuos
de psiquismo desequilibrado cuyas reacciones, para el diario, no tienen
valor. En cuanto a las cartas con un interés redaccional o informativo
(cartas de rectificación o de complemento de información), al final son
poco numerosas” (1968: 63).
Esta necesidad personal, que supera a la social y provoca la reitera-
ción de los envíos supone una de las nueve razones que apunta John
Klempner (1966) para escribir cartas al director y que se suman a las
explicadas por estudiosos como Hal Davis y Galen Rarick (1964) o
como Byron Lander (1972) en las que apuntaban que las cartas permi-
ten una salida pacífica a los airados e irritados con lo que les rodea. Las
razones de Klempner son las siguientes: para convencer a alguien; para
la promoción de quien la escribe; para corregir un error; para contestar;
porque el autor disfruta escribiendo; por la necesidad de escribir; por el
sentido del deber público; para acrecentar la autoestima y por los bene-
ficios terapéuticos que tiene. Klempner no cita el hecho de que alguien
puede escribir una carta para influenciar –o, en todo caso, puede consi-
derarse que la primera causa (convencer) incluye el influenciar. Un estu-
dio llevado a cabo por Nemeth sobre los diarios de Washington pone
de manifiesto que en los diarios locales de la ciudad en la que se toman
importantes decisiones políticas muchas cartas pretenden calar en la
opinión de los representantes del pueblo estadounidense. “Esta situación
fue especialmente pronunciada en los periódicos de Washington. Puesto
que Washington es la sede del gobierno federal y que muchos de los
principales responsables políticos probablemente leen los periódicos de
Washington, es posible que muchos autores de cartas al director vean el
hecho de que se publique su carta en el Post o el Times como una oportu-
nidad de influir en los procesos de toma de decisiones políticas y/o en la
opinión pública. Cabe destacar, también, que los ejecutivos de empresas
y los funcionarios gubernamentales escribieron un número significativo
de las cartas al director publicadas” (Nemeth, 1999).
Los escritores de cartas al director, aparte de los motivos de carácter
personal que puedan tener para hacerlas y enviarlas a la publicación,
suelen escribir las cartas porque quieren participar de alguna manera en
un periódico que sienten como algo propio. En este sentido, los escri-
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