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el peso de la sección de carTas
York Times: “Los críticos hacen de esto un problema [los criterios de
selección de cartas]. Pero no hay ningún problema. Sólo hay una per-
sona que puede manipular la selección de cartas en el Times, y ése soy
yo. Y soy terriblemente neutral. No tengo ninguna misión de proteger
el Times (Gold, 1988: 55). Público y periodistas suelen exhibir con
orgullo que el diario que leen o que les paga publique cartas críticas.
Como dice Gomis, la publicación de cartas críticas con el propio dia-
rio es una muestra de su grandeza: “Naturalmente, la publicación de
críticas se convierte en manifestación sutil de la grandeza del diario”
(1989: 164). Y como le contó la periodista Virginia “Ginny” H. Carroll
a Brian Thornton en el marco de la Western Journalism Historians
Conference el 28 de febrero de 1998 en Berkeley (California) respecto
al orgullo que le hacía sentir que su revista, Newsweek, publicara cartas
que atacaban a la publicación: “Ha sido y es como un distintivo de
honor mostrar lo duros que somos” (Thornton, 1998).
Se refieran o no a la misma publicación, las cartas críticas suelen
tener muchas posibilidades de hacerse públicas. Abraham Méndez
abunda en esta cuestión, desde su experiencia de escritor de cartas:
“Las cartas de queja, opinión o aportación de ideas o soluciones son
las que más se publican. Las de la propia autonomía o ciudad también
reciben un trato diferencial” (Méndez, 1991: 72). No sólo las cartas
críticas, sino las que tratan cuestiones locales gozan de cierta fortuna
en el momento de la selección. Y no debe extrañar. Si el objetivo es
fomentar un foro público para la participación de las personas; si el
objetivo es que estas personas se impliquen en lo que otras dicen y que
incluso puedan contestarles; si el objetivo es activar la conversión de
público en comunidad, una de las vías es esta de multiplicar las cartas
de asuntos locales o escritas por personas que viven en el ámbito local.
En estos casos el propio ámbito geográfico dota a la relación de unos
interesantes lazos que promueven un mayor interés, puesto que las
personas se sienten más afectadas.
Al contrario, hay cartas que nunca pasan el corte. Y usos que ener-
van a quienes deben seleccionar. Lorenzo Gomis apunta uno, la reite-
ración: “Los directores tienden a castigar al espontáneo frecuente que
escribe y manda su carta por amor al arte” (1990: 12). Sobre la reitera-
ción no existe una norma clara. Aunque suele mostrarse una cierta pre-
vención a repertir cartas de una misma persona sin que medie un cierto
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