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el peso de la sección de carTas
El medio impone los límites, pero la regla general suele coincidir en
todos ellos. Y la regla general ampara lo que se pide a los lectores y el
tipo de criterios que se aplican en la selección. Hynds escribe: “Muchos
periódicos imponen restricciones a las cartas. Todos piden que vayan
firmadas. Casi dos tercios (el 61%) limitan la longitud de las cartas. Los
límites son variables, pero el 62% restringen la longitud a 250 o 300
palabras. Un 17% de los periódicos impone otros límites. Algunos limi-
tan el número de cartas de una misma persona que se pueden publicar
en un periodo de tiempo; algunos no publican las cartas de agradeci-
miento” (1976: 534). Y Kapoor concluye que casi todos los diarios de
su estudio (96,3%) modifican las cartas que reciben: un 65,9% las acor-
tan y un 61,8% retocan su gramática. Además, un 34,1% de los diarios
devuelven las cartas a su autor para que él haga los cambios y un 25,7%
eliminan lo que consideran de mal gusto o que puede difamar a alguien.
Finalmente, un 25% de los diarios analizados por Kapoor discuten los
cambios con los autores antes de su publicación (1995).
Pero habitualmente estos límites comunes son conocidos por los
lectores del diario. El lector conoce las restricciones explícitas y las
tendencias de quien debe decidir sobre la publicación de una carta.
Foix cuenta su experiencia al frente de la sección: “El lector conoce las
reglas. Y no sólo las de la longitud y la corrección en el estilo. Llega a
intuir incluso qué temas pueden merecer la atención del seleccionador.
Hay quien empieza diciendo: ‘Ya que esta carta no la publicarán
porque va en contra de su línea editorial’. Los que recurren a este truco
saben ya que las posibilidades de que se seleccione su carta son muy
grandes a no ser que amenace, insulte o escriba de forma poco elegan-
te” (1997, 21).
Qué se publica más y qué, menos
Las cartas suelen manifestar, según diversos estudios, más puntos
de vista negativos que positivos. Las cartas suelen ser más negativas
que positivas o, por lo menos, los trabajos de Foster y Frederick, de
1937, y de Grey y Brown, de 1970, así lo recogen. Dupre relaciona esta
presencia de la negatividad en las cartas con la función de la válvula de
seguridad que apuntaban Forsythe en 1950, Davis y Rarick en 1964 y
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