102
Teoría de las carTas al direcTor. la gesTión periodísTica del público i UOC PRESS
lectores con el medio. Ahí el director o el redactor encargado funcionan
como gatekeeper: van a dejar pasar lo que crean profesionalmente más
conveniente por su interés estricto o por el interés particular del medio
que les paga. “Las cartas que se llegan a publicar son las que sobreviven
a una criba implacable teniendo en cuenta su contenido, el interés gene-
ral, el espacio del que dispone, etc. El medio elimina las que considera
inconvenientes, inoportunas para su publicación. En el supuesto de que
un periódico esté realizando una campaña en pro de cierto tema, le lle-
garán cartas en defensa del mismo y en contra” (Armañazas, 1996: 165).
La corrección lingüística no suele comportarse como criterio de eli-
minación de cartas, pero sí queda claro en el estudio de Kapoor que una
gramática pulcra ayuda a la publicación de una carta: el 36,5% de los res-
ponsables de la sección afirman que una buena gramática de los textos
mejora sus posibilidades de publicación. De todos modos, la mayoría
de los diarios (el 59,1%) no utilizan la gramática como una razón para
rechazar cartas (1995). En cambio, las cartas que atacan personalmente
a otra persona suelen ir al cesto de los papeles. Esto sucede en el 59,9%
de las cartas. Y pácticamente todas las que son anónimas (el 93,9%) son
rechazadas (Kapoor, 1995). En esto coinciden otros estudiosos: los ata-
ques personales desacreditan a quien los emplea; las cartas difamatorias
e insultantes son eliminadas (Dupre, 2000).
Foix detalla otros criterios que tienen su base en el tipo de con-
tenidos que traslada una carta para decidir si se acaba publicando o
no: “Con cierta frecuencia, amigos míos, colegas de la redacción o
personas con cierta influencia, se interesan por cartas en las que el
lector agradece los servicios recibidos en un hospital. No publicamos
ninguna de estas por la sencilla razón de que tendríamos que insertar
una o varias cada día o semana.
”Las campañas de cartas a un diario es un fenómeno frecuente. No
hay que confundir una campaña con la correspondencia masiva que
puede crear un tema publicado en el diario o que interese a la opinión
pública. Las campañas se notan por la homogeneidad de los argumen-
tos, por críticas o alabanzas repetitivas, por responder a intereses per-
sonales, profesionales o colectivos. Tienen pocas posibilidades de que
se publique más de una, o a lo máximo dos, porque tampoco puede
pretenderse cambiar o influir en la opinión pública por presiones o por
intereses personales o corporativos” (1997: 21-22).
102