Todas esas fórmulas no son transmisiones de realidad no mediada sino rea-
lidades ficcionalizadas. Como señala Vanda de Sousa (2004) incluso en el caso
de Big Brother, presentado en Portugal como novela de la vida real, “de las 24
horas grabadas (por cuatro streams de imagen) se emitían diariamente 35 minu-
tos, que después de una selección serán siempre una interpretación de lo real y
no de lo propiamente real. El programa exhibido diariamente procedía a la
selección de imágenes respetando las reglas clásicas de la narrativa, es decir, no
evitando contar una historia (…)”.
Figura 4.8 - Porcentaje de ingresos de publicidad sobre ingresos totales de grupos de comunicación
Fuente: La vie Financière, 20/02/2004
La hipótesis planteada es que concursos y reality shows corresponden a
armas tácticas de corto plazo gestionadas a menudo por las cadenas de televi-
sión como forma de sustituir un programa fracasado (ya sea una serie cómica o
una novela).
Sin embargo, existe una diferencia fundamental entre concursos y reality
shows: éstos últimos tienen una duración menor en el tiempo. A pesar de que
programas como Big Brother o Survivor hayan tenido audiencias muy significa-
tivas en diferentes mercados, hoy en día están en declive en todos ellos. El pro-
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