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El documEntal intEractivo uoc press
propuesta de tipo cultural llegar a interesar a la cantidad suficiente de
personas para poder establecer una “cultura” propia, en este caso la
dificultad se multiplicaba hasta la frontera de la imposibilidad 32.
Esta grave circunstancia, unida a la materialidad del soporte, hacía
que fuera difícil establecer sobre estas bases un modelo de negocio
viable. Solo la aportación de entidades públicas como la RMN pudo
compensar este hecho durante algún tiempo. Por otra parte, la distri-
bución inmaterial era mucho más sencilla y económica. Estas dos cir-
cunstancias comportaban el acceso a una cantidad de personas mucho
mayor y con menores exigencias previas. Indudablemente, internet
ofrece una base humana suficientemente grande para la consolidación
de cualquier “cultura” específica. Pero no fue este el caso de la difusión
cultural interactiva. Por un lado, el traspaso a internet implicaba un
cambio obligado y difícilmente rentable en un modelo de negocio ya de
por sí complejo. Por otro, el cambio implicó inevitablemente modifi-
caciones radicales en el discurso que implicaron una desnaturalización
de las nuevas formas experimentadas hasta entonces.
En primer lugar, el funcionamiento obligado dentro de la ventana
del navegador supuso un retorno paradójico a la situación “informáti-
ca” de la fase de concienciación del medio. La otra, la reducción drásti-
ca del ancho de banda desde el CD-ROM a la del primer internet, unida
a la inicial invisibilidad en los buscadores de lo que no fuera texto,
conllevó una reducción generalizada en aplicaciones basadas exclusiva-
mente en texto e imagen o realizadas a base de pequeños fragmentos.
Más importante probablemente que todas estas causas concretas es el
efecto que la explosión de internet ha tenido en la percepción social
de las posibilidades del medio interactivo. El centro de atención se ha
desplazado hacia las opciones de conectividad extrema, por lo que se
ha producido una reducción notable del propio concepto de interacti-
vidad, que se confunde hoy en día con las posibilidades del ordenador
como gestor de la comunicación entre personas, dejando prácticamen-
te de lado todas sus opciones como generador de discurso interactivo33.
Dedicarse a hacer o tratar producciones relacionadas con la cultura
implica alejarse de los mercados tipo “mainstream”. Esto fue una de las
32. J. I. Ribas, 2000, op. cit.
33. Ibíd.