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PersPectivas de desarrollo
conocimiento) y finalmente, compartir (interactuar con los demás).
En primer lugar, el hecho de navegar y visitar diferentes propuestas a
la hora de presentar y estructurar los contenidos (la información y el
conocimiento), conlleva la utilización de estrategias y recursos propios
de los juegos. De este modo, a partir de la estructura del interactivo y
a través de las modalidades de navegación, el usuario en cierto modo
“juega” con las posibilidades que ofrece la obra y puede satisfacer
su primera necesidad: la relacionada con la diversión y el entreteni-
miento; en segundo lugar, esta estrategia cercana a la experiencia del
juego normalmente conlleva una sensación de inmersión profunda al
visitante y evita que su aprendizaje sea aburrido y que su necesidad
de ser informado o de aprender se acabe desvaneciendo. Por tanto, la
propuesta didáctica que ofrece resulta atractiva y dinámica, más allá de
la que presentan la mayoría de hipertextos clásicos. Ya en este estadio,
el interactor “aprende jugando”, y una vez ha “aprendido la lección”
de una manera divertida, original y desenfadada, la puede compartir
con otros interactores, en tiempo real o cuando lo considere oportu-
no. Creemos que, mediante la correcta mezcla de estos tres aspectos,
se consigue equiparar en atractivo los aplicativos multimedia de no
ficción a propuestas cercanas a la ficción. Salaverría315, en este sentido,
señala respecto a la importancia de saber conjugar las estrategias lúdi-
cas con relación a la difusión de la información en el nuevo paradigma
digital interactivo:
“Los nuevos medios reclaman nuevas formas de presentar la información.
Las potencialidades hipertextuales e interactivas de las redes digitales exi-
gen a los medios un esfuerzo por desarrollar formatos informativos que
aprovechen esas utilidades. […] Los jóvenes de hoy –es decir, los lectores
de mañana– están acostumbrados al consumo de contenidos audiovisuales
e interactivos de carácter lúdico, y es lógico deducir que si los medios pre-
tenden atraer su atención deberán desarrollar formatos que incorporen de
algún modo esas características en el discurso informativo316”.
315. R. Salaverría, 2003, op. cit.
316. R. Salaverría, 2005, op. cit., pág. 36.