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PersPectivas de desarrollo
de ofrecer documentales más significativos. La idea de que los medios
interactivos pueden acortar la diferencia entre el productor y el usuario
es prometedora para cualquier documentalista que busque incrementar
la participación en sus narraciones. Pero, situados en el otro extremo
de la balanza, si esta diferencia se acorta demasiado es posible que el
documental pierda valor e interés, justamente por la falta de una voz
narrativa fuerte y de un programa narrativo determinado (precisamente
este es el miedo de una parte de autores tradicionales, pero cada vez
menos al ver las inmensas posibilidades detrás).
En segundo lugar, para acabar de potenciar la propuesta y hacerla
asequible a todos los niveles económicos, la no ficción responde a un
modelo de producción de bajos costos (incluso a partir del modelo
de crowdfunding, pues a veces estos proyectos se producen gracias a la
contribución de la propia comunidad a través de pequeñas donaciones
y micropagos), modelo que las grandes producciones de ficción no
pueden contemplar porque una historia de ficción requiere de mucha
más preparación y factores extras que no la que ofrece por sí misma la
propia realidad y/o historia, en el caso de la no ficción. Más específica-
mente, entre estos tres destacados ámbitos de la no ficción interactiva
–ensayo, reportaje y documental–, este último es el que se ha explotado
más. El ensayo fue un tipo de textualidad muy cultivado durante el
nacimiento del formato del documental interactivo, y en cierto modo
las primeras pruebas eran más ensayos que no documentales para
experimentar con las historias y los lenguajes. Pero el ensayo es una
forma que también se encuentra muy ligada a la ficción o a formas
relacionadas con el arte, y que por tanto no es propia de la no ficción,
como el caso documental, aunque los límites entre géneros y formatos
también son discutibles. Por otra parte, el reportaje es un ámbito vin-
culado al periodismo, las formas de expresión propias del cual serían
más cerradas –tipo de planos, reportero presentando el tema, planos
cortos y picados, poca profundidad reflexiva–. En suma, es un formato
no tan apto para innovar y ligado a las estructuras de la información
del género periodístico en el que el objetivo prioritario no es crear una
pieza de autor subjetiva sobre la realidad.
El documental es un formato tipo “contenedor” o “paraguas”,
donde varias experiencias pueden confluir y coexistir, y precisamente
este factor “camaleónico” y modulable es lo que le otorga este impul-