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El documEntal intEractivo uoc press
el consumidor potencial está acostumbrado a buscar un tipo de mate-
rial gratuito, en línea y que no tenga límite de volumen. La gente no
comprará un soporte obsoleto, con limitación de almacenamiento (que
tienen incluso los DVD de mútliples capas) y las dificultades de insta-
lación que a veces conlleva el apoyo fuera de línea. La web desbanca
definitivamente, a partir de finales de los 90, este apoyo, y se impone
como nuevo modelo individual de recepción.
También hay que señalar la diferencia entre el documental interacti-
vo fuera de línea (soporte óptico) y en línea (soporte virtual web) y las
instalaciones interactivas (soporte físico). En las instalaciones interac-
tivas, el artefacto prevalece sobre la narración (el soporte se impone a
la temática): ante una instalación interactiva estamos más pendientes de
cómo funciona, el dispositivo físico en sí, que no del discurso que se
desprende del texto audiovisual. Si se quiere consumir en profundidad
el discurso del texto de un documental interactivo, se suele escoger la
red o la televisión, pero no la instalación interactiva documental. Por
tanto, se trata de un discurso más cercano al mundo artístico y no tanto
asociado a un discurso de sobriedad, característico del género docu-
mental. Además, el apoyo de la instalación física no permite el mismo
nivel de profundidad –absorción e inmersión– en comparación con
otros soportes más afines al visionado clásico por la misma interacción
física del dispositivo, por la novedad tecnológica que supone y los
requerimientos físicos y espaciales que conlleva (ubicada dentro de un
museo, con un flujo de gente constante que transita y lo experimenta y
por la brevedad de la experiencia).
Por otra parte, el consumo es inmediato y breve, ya que es un tipo
de soporte que no está pensado para ofrecer a su público la totalidad
de la duración del documental, ya que muchas veces cuenta con facto-
res aleatorios a la hora de reproducir elementos multimedia. Debemos
tener en cuenta que, por regla general, el volumen de información que
contiene una instalación es muy reducida, y además a este factor hay
que sumarle el hecho de que la atención del espectador se desvía y
se centra hacia la novedad de la interacción, es decir, sobre la acción
misma de “cómo activar el vídeo” en vez de “ver el vídeo”. Se trata
de potenciar más el “cómo” que el “qué”, mientras que el documental
interactivo tiene otros objetivos: si no hay un buen “qué” de fondo,
el “cómo” tampoco atraerá de por sí al público. Como experiencia