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que cae por la ventana que no vemos, consigue hacer
referencia al fuera de campo y al mismo tiempo in-
troduce un elemento dinámico en el plano, haciendo
que parezca menos teatral.
Todos estos detalles nos indican la sofisticación
que implica saber trabajar bien con el espacio en el ci-
ne, pero todas estas consideraciones tienen que estar
subordinadas a la función más importante del espa-
cio en el cine, que no es otra que participar de forma
dramática en la película, y relacionarse con la historia
y sus personajes. El espacio donde transcurre una his-
toria, igual que la imagen, el sonido o el tiempo, con-
dicionan el estado de ánimo del espectador y, además,
sirve para darle mucha información. La tipología, la
medida, el color y todos los elementos que lo com-
ponen afectan al público. Por eso, es un factor que se
tiene que tener muy en cuenta cuando se rueda una
película.
Si estamos ante un filme de terror, lo más habitual
es pensar en espacios oscuros, pequeños y opresivos,
mientras que si rodamos una poética historia de amor,
deberemos salir a la naturaleza para filmar los campos
de trigo o el mar bajo un intenso sol de mediodía.
En principio parece irrelevante, pero la elección de un
espacio puede ser clave para el éxito de una película.
Un gran ejemplo puede ser El tercer hombre (The
third man, 1949), la adaptación de la novela de Graham
Greene, rodada por Carol Reed con la participación