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edes sacar un plano o añadir otro sin cambiar todo el
significado.
El montador, pues, tiene ante sí una gran respon-
sabilidad, ya que por una parte tiene que ajustar la ca-
dencia temporal, pero para conseguir que la pelícu-
la tenga ritmo tiene que asegurarse de que el orden
de los planos y la información que dan creen una lí-
nea de interés ascendente. Para llegar a este propósi-
to el montador tiene que evitar redundar en la infor-
mación, ya que es en esta situación cuando aparece el
aburrimiento.
Nuevamente, en el montaje encontramos unas
cuantas reglas de oro, como la que dice que siempre se
tiene que cortar un plano en el momento en que éste
se encuentra en su pico o punto de máximo interés.
El punto de corte, que representa la gran decisión de
un montador, siempre tiene que llegar antes de que
caiga la línea de interés.
Se trata más bien de dejar al espectador "con las
ganas", para generar así el deseo de saber cómo con-
tinua. Éste es uno de los grandes secretos del monta-
je para conseguir que una película se vea de un tirón.
El propósito del montaje es ordenar el relato cinema-
tográfico de manera que se entienda, que genere in-
terés, creando un ritmo temporal a partir de la suma
de las diferentes cadencias de cada plano. Y por si no
hubiera bastante trabajo con todo eso, el montador,
además, tiene que empalmar todos los cortes o planos