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hacia las películas de montaña. Arnold Fanck, famo-
so director de este género tan especializado, la dirigió
como actriz y consiguió que adquiriera fama en este
campo con La montaña sagrada (Die Heilige Berg, 1926)
o El infierno blanco de Piz Palu (Die Weisse Hölle von Piz
Palu, 1929). Dentro de este mundo se despertó su in-
terés por dirigir sus propias películas La luz azul (Das
Blaue Licht, 1932).
Los dirigentes nazis eran conscientes de la im-
portancia del cine como herramienta propagandística
y habían dispuesto toda la producción bajo el mando
del ministro de Propaganda del Reich, Joseph Goeb-
bels. Éste era un gran admirador de la obra de S. M.
Eisenstein, al que consideraba un gran propagandis-
ta. A pesar de los enormes poderes de Goebbels, Le-
ni Riefenstahl ejerció su tarea de realizadora con to-
tal libertad, gracias a la protección directa de Hitler.
Su colaboración artística con el régimen nazi, así co-
mo la gran admiración que sentía por Hitler, fueron la
causa de que no volviera a integrarse en los circuitos
del cine comercial una vez acabada la Segunda Guerra
Mundial, aunque no fue procesada en ninguno de los
juicios que los aliados le abrieron.
Leni Riefenstahl es al mismo tiempo admirada y
odiada. Admirada por el gran talento cinematográfico
sobradamente de mostrado en obras como El triunfo
de la voluntad y Olympia (1936). Odiada por haber es-